ALEJANDRO MAGNO REY DE MACEDONIA, CONQUISTADOR DE ORIENTE.


 

 

Alejandro III de Macedonia llamado el Magno,  influyó en la Historia.  (336 a.C – 323 a.C.) Subió al trono a los 20 años de edad, y en un breve reinado de solo 13 años conquistó el Imperio Persa y también cambió la faz del mundo.

El rey de Macedonia Filipo II, deseaba para su hijo y heredero una esmerada formación, un buen dominio de la cultura y educación helenas, mejor que la que él mismo había recibido en su semi  bárbara Macedonia, por lo que deseaba procurarle un preceptor de gran altura intelectual, era un niño cuando el entonces principe Alejandro en el 343 a.C.,  recibió como preceptor  al filosofo griego, Aristóteles de Estagira. Éste consagró tres años de su vida a moldear el fogoso talante del príncipe adolescente.

El sabio adoctrinó a quien pronto iba a ser el más grande de los reyes. Convivió con su discípulo tres años, decisivos para la formación intelectual de éste, en un ambiente retirado de la corte, en un palacete apodado el Ninfeo.

Alejandro era de fogoso temperamento unido a una audacia y ambición extremas, tenía por naturaleza un alma propensa al excelso, muy  emotivo que con los años se iría acentuando. Su maestro trató de refrenar esa natural inquietud orientándola hacia la virtud y la magnanimidad, y moldeando su talante con ideales heroicos. Cuando el maestro preparó para el príncipe el texto de la Ilíada de Homero que Alejandro llevó consigo durante toda su vida este rollo de papiro en una preciosa arqueta  de oro que encontró durante el saqueo de un tesoro del rey persa Darío. Alejandro Magno admiró siempre a Aquiles, y se lamentaba  de no tener para él un escritor Homero que lo inmortalizase.

Cuando sucedió en el trono a su padre, que habia sido asesinado, su preocupación primera y principal fue asegurar las fronteras de Grecia  como hegemon de la Liga de Corinto,  por lo que tuvo que arrasar Tebas de Boecia y someter Atenas.

Alejandro emprende la conquista del Imperio Persa . derrota por primera vez al rey persa en Iso, sino que toda su familia cayó en manos del macedonio. Alejandro toma las ciudades fenicias, para privar a los persas de sus bases navales en el Mediterraneo. Sin embargo, la ciudad de Tiro se negó a entregarse encerrándose en su favorable posición insular, el sitio de Tiro duró cerca de un año y se necesitó unir la isla a tierra firme mediante un istmo artificial. Alejandro participó en el asalto final a la ciudad en el 332 a.C.

Mientras Alejandro asedia Tiro, una delegación de notables egipcios le visitó rogándole que liberase su país. Alejandro se dirigió hacia el sur y tomó Gaza, abriendo así las puertas de Egipto y tras tomar Menfis, el país entero se le entrega, siendo recibido como un libertador.

Alejandro fue coronado faraón de Egipto en Menfis, el macedonio decidió viajar hasta el oráculo de Amón en el oasis de Siwa, en pleno desierto Líbico. Éste, de acuerdo con el viejo mito egipcio de la teogamia, explicó a Alejandro que su madre Olimpia no le había concebido de Filipo II, sino del mismísimo Zeus-Amón. De esta manera, Alejandro salió del oasis convencido de su origen divino.

Alejandro emprendió la conquista del Imperio Persa, derrotando por segunda vez a Darío III en Gaugamela (Mesopotamia). Alejandro toma Babilonia y la establece como capital de su Imperio. Toma, Susa capital del Imperio Persa, e incendia Persépolis, saquea su tesoros y sus tesoros.

Darío III es asesinado por uno de sus subordinados, y el sátrapa

Beso,  (Artajerjes IV  se proclama rey el 330 a.C. Pronto es hecho prisionero de Alejandro, imparable  el Magno continúa la conquista y colonización de las sátrapas orientales del Imperio, llegando hasta la India, en el 326 a.C.

En el verano del 323 a.C. una enfermedad acaba en pocos días con el joven de 33 años. Alejandro agoniza en el palacio de Nabucodonosor II, sus soldados desfilan ante su lecho para verlo por última vez.

Tras su inesperada muerte  se apoderó de Egipto uno de sus generales, Ptolomeo Lagos, cuyos descendientes lo gobernaron hasta el suicidio de la reina Cleopatra VII,  a partir de entonces Egipto pasó a ser provincia romana.

Alejandro llevó a lo largo de sus campañas militares una pléyade de sabios (Anaxímenes de Lámpsaco, Anaxarco de Abdera, Calístenes, Diades de Pela, Pirro, Gorgo,…) con el propósito de estudiar, cada uno en su especialidad (botánicos, biólogos, geógrafos, zoólogos, ingenieros militares,…) los territorios que iba conquistando, desde Grecia hasta India. De esta forma se recopilaron conocimientos que posteriormente fueron aprovechados por Aristóteles. Esto abrió una nueva etapa en la historia de la ciencia. La expedición de Alejandro extendió el legado helénico, hizo de la riquísima cultura griega un patrimonio de todos y cada uno de los pueblos que  conquistó.

Tras la muerte de Alejandro en el 323 a.C., el mayor imperio hasta entonces conocido se desmiembra, sus generales se lo reparten.

El general Lagos toma Egipto. Su hijo, Ptolomeo I Soler, inaugura la dinastía de los Láguidas o de los Ptolomeos. Esta dinastía fue bien recibida por los egipcios, el clero de Amón la reconoció como dinastía que continuaba legítimamente a la de los antiguos faraones.

Esta nueva dinastía traslada la capital a Alejandría, construye fastuosos edificios de mármol: el Palacio Real, el Teatro, el Gimnasio, los Puertos, el Faro (considerado una de las siete maravillas de la antigüedad), el Museo, la Biblioteca,… consigue que la ciudad de los mil palacios llegue a convertirse en el centro intelectual mas importante de la antigüedad.

Durante el reinado de los primeros Ptolomeos, Egipto disfruta de una gran expansión territorial y del mayor florecimiento cultural gracias a Ptolomeo I Soter (305-283 a.C.), Ptolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.) y Ptolomeo III Evergetes (246-221 a.C). Los sucesivos reyes se ven envueltos en luchas dinásticas y corrupción. El suicidio de la reina Cleopatra VII Filopator pone fin a la dinastía ptolemaica en el país del Nilo. A partir de entonces, Egipto pasa a ser provincia romana.

Alejandría es una cuidad cosmopolita y multicultural: macedonios, griegos, judíos, egipcios, nubios, sabios, comerciantes,… conviven en la urbe.

Próximo al puerto, en el barrio llamado Bruquion, el barrio de los palacios, vivía la población griega, minoritaria en la ciudad, en la zona este de la ciudad lo hacía la población judía y en el antiguo asentamiento llamado Racotis, en la parte oeste, habitaba la población indígena egipcia que era mayoritaria.

El Museo estaba situado en el elegante barrio del Bruquion. Estaba dedicado al culto a las Musas, las divinidades griegas protectoras de las artes y la cultura. En él florecía la actividad poética, musical e intelectual.

En época de los ptolomeos, los hombres más sabios del momento eran invitados a la urbe. Esta invitación, por lo general, incluía unas rentas anuales lo suficientemente generosas como para que estos sabios no tuviesen que preocuparse de otra cosa que no fuese el estudio y la elaboración de trabajos intelectuales. Estos sabios consultaban los libros que se atesoraban con mimo en la Biblioteca de Alejandría, fundada aproximadamente en el 295 a.C. durante el reinado del primer Ptolomeo.

El Museo alejandrino conservaba la tradición griega del culto a las musas, y la tradición de las primeras civilizaciones potámicas (sumeria y egipcia) de las casas de sabiduría asociadas a los templos.

La dinastía ptolemaica proporcionó a Egipto un prestigio sin par con la fundación del Museo frente al resto de reinos helenísticos, entre otras cosas porque en la Biblioteca se traducían todas las obras existentes en otras lenguas al griego. Se tradujeron obras del egipcio al griego, del latín al griego, del asirio al griego,… se tenía la intención de que la Biblioteca contuviese todo el conocimiento hasta entonces alcanzado y traducirlo al griego. Alejandría llegó a ser el mayor centro cultural entre los siglos III a.C. al IV d.C., haciéndose accesible mediante la traducción al griego de todas las obras.

Los textos de la Biblioteca procedían de la compra, la elaboración de trabajos de los distintos intelectuales que estudiaban en ella y la copia de otros manuscritos como el caso de los libros de los barcos, según nos cuenta Galeno, médico, escritor y filósofo griego que estudió en Alejandría y cuyos estudios de medicina fueron de gran influencia en la teoría y práctica medica posterior hasta bien entrado el siglo XVII, los barcos que llegaban al puerto alejandrino eran registrados en busca de libros que eran copiados en la Biblioteca, mientras que los originales se quedaban en la institución las copias eran entregadas a sus dueños .

Este médico cuenta que Ptolomeo llevó las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides desde Atenas a la capital egipcia para ser copiadas, dejando una fianza de quince talentos. Sin embargo, una vez copiadas envió a Atenas las copias, perdiendo, consecuentemente, la cuantiosa fianza.

Las obras eran escritas en formato papiro. La longitud media de un rollo de papiro se encontraba entre los 6 metros y 10 metros, pudiendo, en ocasiones, alcanzar los 40 metros. El papiro se enrollaba alrededor de una varilla cilíndrica de madera o metal, de uno de los extremos colgaba una lámina en la que se mostraba el nombre del autor y título de la obra.

Las obras se dividían en géneros (historia, tragedia, comedia, épica, filosofía, medicina, retórica, legislación y miscelánea).  Dentro de cada género los libros se ordenaban alfabéticamente atendiendo al nombre del autor. De cada autor había una breve biografía,  junto con una bibliografía de este.

A principios del siglo XX se descubrió en Oxirrinco un fragmento de papiro que contenía los nombres de los que fueron los directores de la Biblioteca alejandrina entre los siglos III y II a.C.

Parece ser que el puesto de director de la Biblioteca tenía que compaginarse con el de preceptor del heredero al trono. Esta designación correspondía al rey y cuando Egipto pasa a ser provincia romana esta designación la hace el emperador.

El Serapeum fue el templo más importante de la urbe. Lugar de culto al dios Serapis, de origen egipcio que adquirió atributos griegos. Este templo fue compartido por ambos pueblos, en él se hallaban una buena cantidad de libros. El Serapeum reflejaba el sincretismo cultural de la urbe. Éste era más accesible que la Biblioteca, en él los ciudadanos cultivados consultaban sus textos.

Sobre la destrucción de la Biblioteca alejandrina se barajan varios momentos. La primera gran destrucción sucedió durante las guerras de Alejandría 47- 48 a.C. en las que se enfrentan Cleopatra VII Filopator y Cayo Julio César contra Ptolomeo XIII, hermano de ésta, por el trono egipcio. Cayo Julio incendia la flota egipcia anclada en el puerto y el fuerte viento hace que el fuego se propague al barrio en el que se encontraba la Biblioteca. En el año 272 d.C. durante el reinado del emperador Aureliano, Zenobia, reina de Palmira, se apoderó de Alejandría, durante las guerras con esta, el emperador arrasó la ciudad para recuperarla, destruyendo la mayor parte del barrio de la Biblioteca. En el 296 d.C. durante el reinado de Diocleciano, la Biblioteca vivió otro capítulo de destrucción ya que la urbe fue saqueada para reprimir una sublevación.

La Biblioteca y el Museo sobrevivieron a todos estos episodios violentos que sufrió la urbe. Durante el reinado del emperador cristiano Teodosio I (375 – 395 d.C.) se clausuran los templos paganos, convirtiéndose algunos de ellos en iglesias. El Serapeum y su biblioteca fueron destruidos en el 391 por orden del obispo Teófilo. En esta época la gran parte de los intelectuales de la urbe emigran a ciudades más seguras.

La ciudad sufrió entre los siglos IV y XIV numerosos terremotos.  hecho, el Faro de Alejandría quedó reducido a ruinas por un terremoto en el siglo XIV. Tsunamis, inundaciones y el hundimiento de la costa alejandrina bajo el mar han hecho desaparecer todo el esplendor de la ciudad de los mil palacios.

En el subsuelo y sumergido bajo el Mediterráneo se encuentran los restos de la antigua ciudad de Alejandría. Solo el tiempo y las investigaciones arqueológicas podrán descubrirnos poco a poco como fue realmente la ciudad soñada de Alejandro Magno, aquella que llegó a convertirse en el centro cultural más importante de la antigüedad.

 

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