En tu paisaje es difícil encontrar
algún aliciente sobresaliente,
algo que te estrelle contra una realidad distinta,
incapaz de modificar, porque tienes miedo a lo desconocido
temes el silencio roto de los que te conocen y el dolor agudo en la frente.
Pero sigues como un perro soñando en algo distinto
que no encuentras sino te miras las manos,
manos que los pintores son incapaces de pintar
porque reflejan el tiempo pasado en un paisaje distinto.