Berliner Mauer, siempre los muros.

Mauer Berlin 2009

A orillas del Spree, en la Mühlenstrasse, se conservan 1300 metros del Berliner Mauer, el muro de la vergüenza como le llamaban en la parte occidental de la ciudad. Ahora cuando se celebran los veinte años de su caída los artistas grafiteros lo han repintado, luce más, para conmemorar el reencuentro de todos berlineses en noviembre de 1989.

Al bajar del autobús nos hemos lanzado, cámara en ristre, a buscar una pintada para nuestros recuerdos. El río limpio, de un verde espeso, pasa como la vida misma sin nada que decir de estas orillas y de los restos del muro repintado. El  muro está roto unos veinte metros, a petición de una empresa filial de Telefonica que ha levantado un estadio deportivo en frente  para que los asistentes a los partidos puedan pasear por la orilla del río o acercarse al estadio en barca.

Conservan el muro para que no se olvide, nuestra memoria es tan frágil, aquellos años de separación por razones políticas. Años de persecución, dolor y odio entre vecinos. Pero los muros se siguen levantando en nuestro mundo como siempre, argumentando razones de seguridad y de economía, razones sin corazón.

Al llegar al hotel, recuerdo un párrafo de W.G. Sebald de su libro Pútrida patria:  «la descripción de la infelicidad incluye en sí la posibilidad de su superación» que el escribe en relación a las reflexiones literarias sobre la infelicidad . Pienso en los muros levantados, como libros abiertos sobre la infelicidad existente,   en  Melilla ,Israel , Estados Unidos , que como todos los muros son un atentado a los derechos humanos y cierro los ojos con la esperanza de que en un tiempo no lejano algún turista baje de un autobús para hacerse una foto en los trozos conservados de los muros nuestros de estos días.

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