Los seres humanos, desde la antigüedad observaban el cielo y los fenómenos celestes asombrados de su inmensidad Los asirios, babilonios, caldeos y sumerios, nos legaron, los primeros conocimientos sobre el universo que recibimos y conocemos por la difusión cultural de los griegos. También otros pueblos antiguos estudiaron la astronomía y cosmología como los egipcios y del lejano oriente, los chinos, japoneses y los hindúes.
Los pueblos antiguos creían al universo poblado de fuerzas divinas y de monstruos, dragones y gigantes, en la Grecia clásica se creía que el mundo surgió de un caos primero predecesor de un caos más ordenado por la fuerza de dioses, Atribuyan a la diosa Gea, ser madre de la creación que surgió de la obscuridad y fundo una dinastía de dioses que dirigían el mundo desde su residencia en el Olimpo.
En África los Bambara tenían unos conocimientos de la Astronomía y de Sirio que en un tiempo pasado los investigadores ante una cultura primitiva, tan avanzada en Astronomía, creyeron poda ser cierta la leyenda de que desde Sirio haban recibido a extraterrestres que les habían informado de tales conocimientos.
En el nuevo Mundo, los mayas lograron importantes desarrollos en los conocimientos celestes, Los incas se consideraban descendientes del Sol y los aztecas adoraban al dios Huitzilopochtli joven guerrero, símbolo del Sol que amanecía cada mañana enfrentándose en lucha con sus hermanas, las estrellas, y su hermana, la Luna, para que se retirasen y así imponer su reinado diurno. Moria al atardecer y tras recuperar fuerzas, volvía a la madre Tierra, para renovar el ciclo cada día.
Para los babilonios la Tierra era una inmensa montaña hueca semi-sumergida en los océanos, bajo los cuales moran los muertos. Sobre la Tierra estaba el firmamento, la bóveda majestuosa del cielo, que dividía las aguas del más allá de las que nos rodean.
En las tribus primitivas de la India, tenían creencias de que la Tierra era una enorme bandeja de té que reposaba sobre tres inmensos elefantes, los que a su vez estaban sobre la caparazón de una tortuga gigante.
Para los antiguos egipcios el cielo era una versión etérea del Nilo, por el cual el dios Ra (el Sol) navegaba de Este a Oeste cada día, retornando a su punto de partida a través de los abismos subterráneos donde moran los muertos; los eclipses eran provocados por ataques de una serpiente a la embarcación de Ra.
A medida que fue evolucionando el conocimiento de los astrólogos mediante la observación su conciencia adquirió dominio observando, en ocasiones suponiendo o estimando sus creencias. La civilizaciones antiguas, estudiaron la esfera terrestre, cuadricularon la esfera celeste, ordenaron las estrellas, descubrieron los movimientos de los cometas, que se repetían en ciclos por lo que hicieron previnieron de los eclipses del Sol y de la Luna. Los astrólogos dominaban a los inocentes ciudadanos, haciéndoles creer que sus poderes procedentes de dioses y que podían dominar el espacio con su mediación.
La cosmológica de los egipcios, calderos y babilonios, imaginaban la estrella Polar, como extremo de un eje a cuyo alrededor, giran las constelaciones, alineada en la dirección de la galería que lleva a la cámara nupcial de la Gran Pirámide, la orientación de ésta y otras notables construcciones y diversos documentos, señalaron a las civilizaciones posteriores algo de los conocimientos de aquellos pueblos.
Los calendarios aztecas hablaron también de un saber cuya profundidad aun no entendemos. Los mayas, habitantes de la península de Yucatán y partes de las actuales Guatemala y Honduras, consiguieron un desarrollo extraordinario en astronomía. Es famoso su calendario, elaborado hace más de veinte siglos y que está basado en un profundo y eficaz estudio de los desplazamientos de la Luna y la Gran Estrella noh ek (Venus) respecto del Sol. El año maya difiere del actual en menos de cinco minutos, en tanto que el calendario romano, de la misma época, se equivoca en unos diez a once minutos al año.
La investigación científica, fue sustituyendo los mitos sobre dioses por mecanismos en las creencias sobre el cosmos que conocemos a través de los escritos, los filósofos y matemáticos griegos desarrollaron investigaciones y sugirieron soluciones bastante imaginativas y cercanas a las verdaderas.
Existen presunciones de que ya en el siglo III a,C, el astrónomo griego Aristarco de Samos (lugar próximo a Mileto), que vivió en Alejandría, puso en duda todo el modelo geocéntrico griego y postuló que la Tierra gira en 24 horas y se traslada en torno al Sol en un año. Aristarco basaba su modelo en la determinación que hizo de las distancias al Sol y la Luna; propuso un método impecable, aunque sus apreciaciones lo indujeron a subestimar el tamaño del Sol, creyéndolo sólo siete veces más grande que la Tierra (el Sol supera 109 veces en tamaño a la Tierra) y por su tamaño le pareció natural que fuese el Sol el centro del universo y no un astro subordinado a la Tierra. También dibujó las órbitas planetarias en el orden que ahora las conocemos. La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores.
Si nos remontamos a seis siglos antes de Cristo, Tales de Mileto enseñaba que las estrellas estaban constituidas por fuego, que la Luna estaba iluminada por el Sol y que para nosotros era invisible durante la conjunción porque estaba escondida por los rayos solares. También decía que la Tierra, era redonda. Predijo el eclipse solar del año 584 a.C., que puso fin a la guerra entre Media y Lidia, aunque se equivoco al creer que el planeta Tierra era el centro del universo,
Se atribuyen a Pitágoras, siglo VI a.C. las ideas sobre los movimientos, de rotación de la Tierra en torno a su eje y de traslación en torno al Sol. También se atribuyen a Pitágoras, y a su escuela, las ideas sobre la esfericidad de la Tierra, la Luna y el Sol, y sobre los movimientos de Mercurio y Venus en torno al Sol.
De Grecia la ciencia emigró a la gran escuela de Alejandría, donde las investigaciones sobre el universo, basadas en medidas sistemáticas, hicieron un rápido avance. Los astrónomos griegos, aplicaron leyes geométricas al universo.
La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores. En los tiempos modernos quedamos perplejos con la inmensidad del mundo celeste conocido, donde las distancia se mide en cientos o miles de años luz.
Florián