El estudio de la Astronomia por las civilizaciones antiguas

 

 

Los seres humanos, desde la antigüedad observaban el cielo y los fenómenos celestes asombrados de su inmensidad Los asirios, babilonios, caldeos y sumerios, nos legaron, los primeros conocimientos sobre el universo que recibimos y conocemos por la difusión cultural de los griegos. También otros pueblos antiguos estudiaron la astronomía y cosmología  como los egipcios y del lejano oriente, los chinos, japoneses y los hindúes.

Los pueblos antiguos creían al universo poblado de fuerzas divinas  y  de monstruos, dragones y gigantes, en la Grecia clásica se creía que el mundo surgió de un caos primero predecesor de un caos más ordenado por la fuerza de dioses, Atribuyan a la diosa Gea, ser madre de la creación que surgió de la obscuridad y fundo una dinastía de dioses que dirigían el mundo desde su residencia en el Olimpo.

En África los Bambara tenían unos conocimientos de la Astronomía y de Sirio que en un tiempo pasado los investigadores ante una cultura primitiva, tan avanzada en Astronomía, creyeron poda ser cierta la leyenda de que desde Sirio haban recibido a extraterrestres que les habían informado de tales conocimientos.

En el nuevo Mundo, los mayas lograron importantes desarrollos en los conocimientos celestes, Los incas se consideraban descendientes del Sol y los aztecas adoraban al dios Huitzilopochtli joven guerrero, símbolo del Sol que amanecía cada mañana enfrentándose en lucha con sus hermanas, las estrellas, y su hermana, la Luna, para que se retirasen y así imponer su reinado diurno. Moria al atardecer y tras recuperar fuerzas, volvía a la madre Tierra, para renovar el ciclo cada día.

Para los babilonios la Tierra era una inmensa  montaña hueca semi-sumergida en los océanos, bajo los cuales moran los muertos. Sobre la Tierra estaba el firmamento, la bóveda majestuosa del cielo, que dividía las aguas del más allá de las que nos rodean.

En las tribus primitivas de la India,  tenían creencias de que la Tierra era una enorme bandeja de té que reposaba sobre tres inmensos elefantes, los que a su vez estaban sobre la caparazón de una tortuga gigante.

Para los antiguos egipcios el cielo era una versión etérea del Nilo, por el cual el dios Ra (el Sol) navegaba de Este a Oeste cada día, retornando a su punto de partida a través de los abismos subterráneos donde moran los muertos; los eclipses eran provocados por ataques de una serpiente a la embarcación de Ra.

A medida que fue evolucionando el conocimiento de los  astrólogos mediante la observación su conciencia adquirió dominio observando, en ocasiones suponiendo o estimando sus creencias. La civilizaciones antiguas, estudiaron la esfera terrestre,  cuadricularon la esfera celeste, ordenaron las estrellas, descubrieron los movimientos de los cometas,  que se repetían en ciclos por lo que hicieron previnieron de los eclipses del Sol y de la Luna. Los astrólogos dominaban a los inocentes ciudadanos, haciéndoles creer que sus poderes procedentes de dioses y que podían dominar el espacio con su mediación.

La cosmológica de los egipcios, calderos y babilonios, imaginaban  la estrella Polar, como extremo de un eje a cuyo alrededor, giran las constelaciones, alineada en la dirección de la galería que lleva a la cámara nupcial de la Gran Pirámide, la orientación de ésta y otras notables construcciones y diversos documentos, señalaron a las civilizaciones posteriores algo de los conocimientos de aquellos pueblos.

Los calendarios aztecas hablaron también de un saber cuya profundidad aun no entendemos. Los mayas, habitantes de la península de Yucatán y partes de las actuales Guatemala y Honduras, consiguieron un desarrollo extraordinario en astronomía. Es famoso su calendario, elaborado hace más de veinte siglos  y que está basado en un  profundo y eficaz estudio de los desplazamientos de la Luna y la Gran Estrella noh ek (Venus) respecto del Sol. El año maya difiere del actual en menos de cinco minutos, en tanto que el calendario romano, de la misma época, se equivoca en unos diez a once minutos al año.

La investigación científica, fue sustituyendo los mitos sobre dioses por mecanismos en las creencias sobre el cosmos que conocemos a través de los escritos,  los filósofos y matemáticos griegos desarrollaron investigaciones y sugirieron soluciones bastante imaginativas y cercanas a las verdaderas.

Existen presunciones de que ya en el siglo III a,C, el astrónomo griego Aristarco de Samos (lugar próximo a Mileto), que vivió en Alejandría, puso en duda todo el modelo geocéntrico griego y postuló que la Tierra gira en 24 horas y se traslada en torno al Sol en un año. Aristarco basaba su modelo en la determinación que hizo de las distancias al Sol y la Luna; propuso un método  impecable, aunque sus apreciaciones lo indujeron a subestimar el tamaño del Sol, creyéndolo sólo siete veces más grande que la Tierra  (el Sol supera 109 veces en tamaño a la Tierra) y por su tamaño le pareció natural que fuese el Sol el centro del universo y no un astro subordinado a la Tierra. También dibujó las órbitas planetarias en el orden que ahora las conocemos.  La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores.

Si nos remontamos a seis siglos antes de Cristo, Tales de Mileto enseñaba que las estrellas estaban constituidas por fuego, que la Luna estaba iluminada por el Sol y que para nosotros era invisible durante la conjunción porque estaba escondida por los rayos solares. También decía que la Tierra, era redonda. Predijo el eclipse solar del año 584 a.C., que puso fin a la guerra entre Media y Lidia, aunque se equivoco al creer que el planeta Tierra  era el centro del universo,

Se atribuyen a Pitágoras, siglo VI  a.C. las ideas sobre los movimientos, de rotación  de la Tierra en torno a su eje y de traslación en torno al Sol. También se atribuyen a Pitágoras, y a su escuela, las ideas sobre la esfericidad de la Tierra, la Luna y el Sol, y sobre los movimientos de Mercurio y Venus en torno al Sol.

De Grecia la ciencia emigró a la gran escuela de Alejandría, donde las investigaciones sobre el universo, basadas en medidas sistemáticas, hicieron un rápido avance. Los astrónomos griegos, aplicaron leyes geométricas al universo.

La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores. En los tiempos modernos quedamos perplejos  con la inmensidad del mundo celeste conocido, donde las distancia se mide en cientos  o miles de años luz.

 Florián

Anuncio publicitario

EL HORÓSCOPO Y LA CARTA ASTRAL


El horóscopo, y la carta astral son métodos de adivinación  basados en la posición de los astros, cuya eficacia no ha sido demostrada y  que esta basado en las fechas del nacimiento. No existe ninguna prueba o estudio científico que apoye la validez de las predicciones obtenidas mediante cualquiera de las diferentes versiones de esta práctica. No hay fuerza, conocida o desconocida, que pudiera afectarnos aquí en la Tierra de la forma que afirman los astrólogos. Las fuerzas conocidas se debilitan demasiado rápido, dejando a una fuente dominar totalmente (la Luna para la gravedad, el Sol para el electromagnetismo). Una fuerza desconocida permitiría a los asteroides y los planetas extrasolares sobrepasar totalmente a los planetas cercanos.

La tradición de la creación de horóscopos proviene sobre todo de las creencias culturales antiguas, cuando se creía que la posición y movimiento de los cuerpos celestes podían predecir futuros acontecimientos o el desarrollo del carácter y la personalidad de un ser humano. Por el contrario, estas suposiciones han sido refutadas en numerosas publicaciones científicas. Por esta razón, horóscopos y la práctica general de su composición así como la astrología misma, deben ser asignados al Esoterismo,  que incluye las tradiciones, técnicas, ritos incluidos en una

creencia filosófica que en ocasiones pueden precisar una formación  profunda. En otras el conocimiento es  accesible para el público común y es transmitido libremente.

Los astrólogos tienden a confiar en la capacidad de recordar aciertos y olvidar los fallos. Incluso una predicción precisa puede ser una simple casualidad. El estudio continuado ha demostrado que las afirmaciones y las predicciones hechas por los astrólogos no tienen mérito. Son indistinguibles del azar, lo que significa que los astrólogos no pueden decir que tienen cierta capacidad para predecir el curso de tu vida

La creencia en los astros, el horóscopo en general, sea chino, indio se sustenta en la posición de las estrellas. Más la obviedad científica es que las estrellas y su posición con respecto nuestro planeta siempre varía; no es lo mismo hace 3000 años que se inventó esta creencia la posición de las constelaciones con las que hay ahora, así que, podemos concluir que o se va actualizando el horóscopo cada año con relación a su posición con nuestro planeta, o todas las supuestas predicciones son falacias, como los científicos se inclinan a creer.

En Babilonia, bajo el reinado persa, como lo afirma Van der Waerden, cuando nació la astronomía horoscópica, y se continuó en las culturas grecolatinas. Los babilonios y griegos dividieron el firmamento conocido  en doce partes iguales, siendo cada una de ellas un sector del cielo de una extensión de treinta grados de arco, bautizadas con el nombre de las doce constelaciones más destacadas que veían en cada una de las subdivisiones. Otras culturas con tradición astrológica como la china otorgan también una importancia especial a esta región del cielo, aunque definen un zodiaco diferente.

Hubo observaciones y preocupaciones anteriores, entre 25 mil y 10 mil años a.C. se han encontrado muescas en mamut que representan las fases de la Luna. Los sumerios hacían observaciones astronómicas desde el 6 mil a.C. Del 3 mil a.C. son las predicciones astrológicas de Sargón ‘el viejo’.

El emperador chino Shun hace un sacrificio a los siete rectores (siete planetas) en el 1800 s.C. y en el mismo siglo son la construcción de los megalitos de Stonehenge.

El zodíaco,  es una banda que circunda la esfera celeste comprendiendo a la eclíptica y que es suficientemente ancha para contener al Sol. Comprende 13-14 constelaciones, La decimotercera es Ofiuco, en donde el disco solar se encuentra de finales de noviembre a mediados de diciembre; y la décimo cuarta sería la constelación de Cetus, la cual toca ligeramente la banda del zodíaco, por   lo cual la inclusión de Cetus se halla en discusión.  El zodíaco esta basado en la división en doce partes iguales de la banda celeste sobre la cual trazan sus trayectorias el Sol, la Luna, y los planetas, avanzando un sector por cada mes del año. Cada sector contiene la constelación tradicional a la que debe su nombre.

«El significado original de zooidion, que es un diminutivo de zoon, es una figura pequeña, pintada o tallada, y así los usa Heródoto (Historias, I.7o). Más tarde se le dio también a grandes figuras. Lo usa por primera vez Aristóteles… El término zodíaco deriva, por tanto, de las figuras pintadas en él, y es un error etimológico, muy común, perpetuado en el alemán Tierkries, suponer que las figuras deben ser de animales». De E. J. Webb, Los nombres de las estrellas.

 

EL ESTUDIO DE LA ASTRONOMÍA POR LAS CIVILIZACIONES.

LOS seres humanos, desde la antigüedad observaban el cielo y los fenómenos celestes asombrados de su inmensidad Los asirios, babilonios, caldeos y sumerios, nos legaron, los primeros conocimientos sobre el universo que recibimos y conocemos por la difusión cultural de los griegos. También otros pueblos antiguos estudiaron la astronomía y cosmología  como los egipcios y del lejano oriente, los chinos, japoneses y los hindúes.

Los pueblos antiguos creían al universo poblado de fuerzas divinas  y  de monstruos, dragones y gigantes, en la Grecia clásica se creía que el mundo surgió de un caos primero predecesor de un caos más ordenado por la fuerza de dioses, Atribuyan a la diosa Gea, ser madre de la creación que surgió de la obscuridad y fundo una dinastía de dioses que dirigían el mundo desde su residencia en el Olimpo.

En África los Bambara tenían unos conocimientos de la Astronomía y de Sirio que en un tiempo pasado los investigadores ante una cultura primitiva, tan avanzada en Astronomía, creyeron poda ser cierta la leyenda de que desde Sirio haban recibido a extraterrestres que les habían informado de tales conocimientos.

En el nuevo Mundo, los mayas lograron importantes desarrollos en los conocimientos celestes, Los incas se consideraban descendientes del Sol y los aztecas adoraban al dios Huitzilopochtli joven guerrero, símbolo del Sol que amanecía cada mañana enfrentándose en lucha con sus hermanas, las estrellas, y su hermana, la Luna, para que se retirasen y así imponer su reinado diurno. Moria al atardecer y tras recuperar fuerzas, volvía a la madre Tierra, para renovar el ciclo cada día.

Para los babilonios la Tierra era una inmensa  montaña hueca semi-sumergida en los océanos, bajo los cuales moran los muertos. Sobre la Tierra estaba el firmamento, la bóveda majestuosa del cielo, que dividía las aguas del más allá de las que nos rodean.

En las tribus primitivas de la India,  tenían creencias de que la Tierra era una enorme bandeja de té que reposaba sobre tres inmensos elefantes, los que a su vez estaban sobre la caparazón de una tortuga gigante.

Para los antiguos egipcios el cielo era una versión etérea del Nilo, por el cual el dios Ra (el Sol) navegaba de Este a Oeste cada día, retornando a su punto de partida a través de los abismos subterráneos donde moran los muertos; los eclipses eran provocados por ataques de una serpiente a la embarcación de Ra.

A medida que fue evolucionando el conocimiento de los  astrólogos mediante la observación su conciencia adquirió dominio observando, en ocasiones suponiendo o estimando sus creencias. La civilizaciones antiguas, estudiaron la esfera terrestre,  cuadricularon la esfera celeste, ordenaron las estrellas, descubrieron los movimientos de los cometas,  que se repetían en ciclos por lo que hicieron previnieron de los eclipses del Sol y de la Luna. Los astrólogos dominaban a los inocentes ciudadanos, haciéndoles creer que sus poderes procedentes de dioses y que podían dominar el espacio con su mediación. La cosmológica de los egipcios, calderos y babilonios, imaginaban  la estrella Polar, como extremo de un eje a cuyo alrededor, giran las constelaciones, alineada en la dirección de la galería que lleva a la cámara nupcial de la Gran Pirámide, la orientación de ésta y otras notables construcciones y diversos documentos, señalaron a las civilizaciones posteriores algo de los conocimientos de aquellos pueblos. Los calendarios aztecas hablaron también de un saber cuya profundidad aun no entendemos. Los mayas, habitantes de la península de Yucatán y partes de las actuales Guatemala y Honduras, consiguieron un desarrollo extraordinario en astronomía. Es famoso su calendario, elaborado hace más de veinte siglos  y que está basado en un  profundo y eficaz estudio de los desplazamientos de la Luna y la Gran Estrella noh ek (Venus) respecto del Sol. El año maya difiere del actual en menos de cinco minutos, en tanto que el calendario romano, de la misma época, se equivoca en unos diez a once minutos al año. La investigación científica, fue sustituyendo los mitos sobre dioses por mecanismos en las creencias sobre el cosmos que conocemos a través de los escritos,  los filósofos y matemáticos griegos desarrollaron investigaciones y sugirieron soluciones bastante imaginativas y cercanas a las verdaderas. Existen presunciones de que ya en el siglo III a,C, el astrónomo griego Aristarco de Samos (lugar próximo a Mileto), que vivió en Alejandría, puso en duda todo el modelo geocéntrico griego y postuló que la Tierra gira en 24 horas y se traslada en torno al Sol en un año. Aristarco basaba su modelo en la determinación que hizo de las distancias al Sol y la Luna; propuso un método  impecable, aunque sus apreciaciones lo indujeron a subestimar el tamaño del Sol, creyéndolo sólo siete veces más grande que la Tierra  (el Sol supera 109 veces en tamaño a la Tierra) y por su tamaño le pareció natural que fuese el Sol el centro del universo y no un astro subordinado a la Tierra. También dibujó las órbitas planetarias en el orden que ahora las conocemos.  La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores. Si nos remontamos a seis siglos antes de Cristo, Tales de Mileto enseñaba que las estrellas estaban constituidas por fuego, que la Luna estaba iluminada por el Sol y que para nosotros era invisible durante la conjunción porque estaba escondida por los rayos solares. También decía que la Tierra, era redonda. Predijo el eclipse solar del año 584 a.C., que puso fin a la guerra entre Media y Lidia, aunque se equivoco al creer que el planeta Tierra  era el centro del universo, Se atribuyen a Pitágoras, siglo VI  a.C. las ideas sobre los movimientos, de rotación  de la Tierra en torno a su eje y de traslación en torno al Sol. También se atribuyen a Pitágoras, y a su escuela, las ideas sobre la esfericidad de la Tierra, la Luna y el Sol, y sobre los movimientos de Mercurio y Venus en torno al Sol.
De Grecia la ciencia emigró a la gran escuela de Alejandría, donde las investigaciones sobre el universo, basadas en medidas sistemáticas, hicieron un rápido avance. Los astrónomos griegos, aplicaron leyes geométricas al universo. La proposición de Aristarco no fue tomada en cuenta por sus contemporáneos o sus sucesores. En los tiempos modernos quedamos perplejos  con la inmensidad del mundo celeste conocido, donde las distancia se mide en cientos  o miles de años luz.

LA DESCRIPCIÓN DE LA BIBLIOTECA DE ALEJANDRIA, EL CENTRO CULTURAL MÁS IMPORTANTE DE LA ANTIGÜEDAD.

Los faraones egipcios eran identificados con dioses supremos,  de Egipto y dominaban el aparato del Estado.

Alejandro Magno, fue coronado faraón y recorriendo el Delta del Nilo decide fundar Alejandría, una ciudad que se convertiría en el primer puerto comercial que entraría en las rutas de las grandes corrientes del mercado mundial de época helénica. Decretó que esta nueva ciudad se convertiría en el centro del saber del mundo conocido, y que atraería a los hombres de talento de todos los países, así la Biblioteca de Alejandría sería un universo independiente de ilustración, conocimiento y aprendizaje.

La destrucción de la Biblioteca de Alejandría es uno de los más grandes misterios de la civilización occidental. Se carece de testimonios precisos sobre sus aspectos más esenciales, y no se han encontrado las ruinas delMuseo. Independiente de las culpas atribuidas a credos religiosos, el fin de la biblioteca debe situarse en un momento indeterminado del siglo III o del IV.

Los eruditos a partir del Siglo XIX han intentado comprender la organización y estructura de la biblioteca, y sobre su final. Los conocimientos sobre la Biblioteca, son muy escasos, ya que muy pocos testimonios tratan sobre tan gran institución, y aún éstos son esporádicos y desperdigados. Se ha insistido en que se ha formado una utopía retrospectiva en torno a la Biblioteca de Alejandría. Se han hecho afirmaciones contradictorias, dudosas o simplemente falsas, realizando suposiciones a partir de muy pocos datos que, la mayoría de las veces, son sólo aproximaciones.

La biblioteca del Museo constaba de diez estancias dedicadas a la investigación, cada una de ellas dedicada a una disciplina diferente. Un gran número de poetas y filósofos, que llegaron a ser más de cien en sus mejores años, se ocupaban de su mantenimiento, con una dedicación total. En realidad se consideraba el edificio del Museo como un verdadero templo dedicado al saber.

Se sabe que en la biblioteca se llegaron a depositar el siguiente número de libros:

  • 200.000 volúmenes en la época de Ptolomeo I
  • 400.000 en la época de Ptolomeo II
  • 700.000 en el año 48 a. C, con Julio César
  • 900.000 cuando Marco Antonio ofreció 200.000 volúmenes a Cleopatra, traídos de la Biblioteca de Pérgamo.

A finales del siglo XIX se encontraron en el yacimiento de Oxirrinco, al sur de El Cairo, miles de papiros que fueron estudiados a fondo por los eruditos. En algunos de ellos se hablaba de la famosa Biblioteca y se daba una lista de nombres de varios directores o bibliotecarios a partir del año de su fundación:

Los sabios que estudiaban, criticaban y corregían obras;  La Filosofía abarcaba las ramas del pensamiento y la ciencia: física, ingeniería, biología, medicina, astronomía, geografía, matemáticas, literatura, y lo que nosotros llamamos actualmente filosofía: Conjunto de saberes que busca establecer de manera racional, los principios  que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, y el sentido del obrar humano.

Allí se encontraban personajes tan conocidos como Arquímedes, el más notable científico y matemático de la antigüedad; Euclides que desarrolló allí su Geometría; Hiparco de Nicea, que explicó a todos la Trigonometría, y defendió la visión geocentrica del Universo; Aristarco, que defendió todo lo contrario, es decir, el sistema heliocéntrico siglos antes de Copérnico; Eratóstenes, que escribió la Geografía y compuso un mapa bastante exacto del mundo conocido; Herófilo de Calcedonia, un fisiólogo que llegó a la conclusión de que la inteligencia no está en el corazón sino en el cerebro; los astrónomos Timócaris y Aristilo; Apolonio de Pérgamo, gran matemático, que escribió en Alejandría Sobre las secciones cónicas; Apolonio de Rodas, autor de El viaje de los argonautas; Herón de Alejandría, un inventor de cajas de engranajes y también de unos aparatos movidos por vapor: es el autor de la obra Autómata, la primera obra conocida sobre robots; el astrónomo y geógrafo Claudio Ptolomeo; Galeno, quien escribió bastantes obras sobre el arte de la curación y sobre anatomía.

Todo lo que se sabe en la actualidad sobre la historia de la antigua biblioteca se debe a algunas referencias de posteriores escritores, a veces de gente que incluso la llegó a conocer, pero son alusiones de pasada, no hay nada dedicado en exclusiva a comentar o describir el edificio o la vida que en ella se desarrollaba.

El geógrafo y gran viajero griego Estrabón (c. 63 – c. 24 a. C) hizo una pequeña descripción, pues parece ser que estuvo en Alejandría a finales del siglo I a. C. Hablaba del Museo y dice que consta de una exedra, una obra hecha al descubierto, de forma circular y con unos asientos pegados a la parte interior de la curva. Cuenta que también vio una estancia muy amplia donde se celebraban las comidas de los sabios y los empleados. Y habla también de la biblioteca, de la gran biblioteca, algo «obligatorio» en el Museo.

Marco Anneo Lucano, historiador del siglo I, natural de Hispania y sobrino de Séneca, cuenta en su célebre Farsalia cómo ocurrió el incendio en los muelles portuarios  y cómo se propagaron las llamas ayudadas por el viento, que no cesaba, desde los barcos también incendiados y anclados en el gran puerto oriental.

Tito Livio dice en sus referencias que la biblioteca de Alejandría era uno de los edificios más bellos que él había visto, con muchas salas llenas de estantes para los libros y habitaciones donde sólo los copistas podían estar, sin que fueran molestados. Incluso apunta el hecho de que cobraban por cada línea copiada.

En la biografía de Claudio refiere que el Emperador, tras escribir en griego una historia de los etruscos y otra sobre los cartagineses (hoy perdidas), quiso celebrar la escritura de estos libros y creó un anexo del Museo: …añadió al antiguo Museo de Alejandría otro nuevo que llevaba su nombre y se estableció que todos los años, en determinados días, se habría leer en las salas públicas de recitación, en uno de los museos, la historia de los etruscos, y la de los cartagineses en el otro, ambas, y cambiando de lector a cada libro… Ello da a entender de manera más que manifiesta que el viejo Museo seguía existiendo y en pleno funcionamiento.

Entre 320 y 1303 hubo 23 terremotos en Alejandría. El del 21 de julio de 365 fue particularmente devastador. Según las fuentes, hubo 50.000 muertos en Alejandría,  el equipo del INSTITUTO EUROPEO DE ARQUELÓGIA SUBMARINA, ha encontrado en el fondo de las aguas del puerto cientos de objetos y pedazos de columnas que demuestran que al menos el veinte por ciento de la ciudad se hundió en las aguas, incluyendo el Bruchión, supuesto enclave de la Biblioteca original de los Tolomeos y que fuera destruida por este desastre, restando tan sólo parte de su contenido -unos 40.000 rollos- custodiados en una biblioteca secundaria ubicada en el complejo del Serapeum, templo dedicado al dios Serapis, patrón de la ciudad.

Por lo que se refiere a esta segunda Biblioteca, también conocida como Biblioteca-hija o Biblioteca del Serapeo, a finales del siglo IV el emperador Teodosio el Grande, en respuesta a una petición del patriarca de Alejandría, envió un decreto de prohibición contra el paganismo en Egipto: en el año 391, el patriarca Teófilo de Alejandría promovió una revuelta durante la cual el templo de Serapis resultó asaltado. Algunos historiadores afirman que la Biblioteca del Serapeo fue saqueada y desperdigada o destruida; otros lo ponen en duda toda vez que no nos han llegado fuentes directas de que ello sucediera y en las referencias de la revuelta se recogen múltiples detalles pero ninguna alusión se hace a la Biblioteca. Así unas décadas después el historiador romano Sócrates de Constantinopla proporciona el relato de la revuelta en el libro V de su Historia ecclesiastica, escrita alrededor del año 440.

También se ha llegado a asociar la destrucción de la Biblioteca con la muerte de Hipatia de Alejandría, si bien no hay ninguna referencia histórica que vincule ambos sucesos. Según las fuentes, Hipatia enseñaba a sus discípulos en su propia casa, fue asaltada en la calle y llevada al Cesáreo, donde fue asesinada, no al Serapeo.

En cualquier caso, no sería extraño que el contenido de la Biblioteca del Serapeo fuera dañado por las sucesivas algaradas que sufrió la ciudad en esta época, la cual era famosa en la antigüedad por la naturaleza levantisca y pendenciera de sus habitantes. A lo largo de los siglos IV y V fueron frecuentes los motines populares, que provocaron la muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el 361 y 457 respectivamente, la de la filósofa Hipatia(415 ó 16) o la del Prefecto imperial Calixto en 422.

La cuestión dista mucho de estar clara, puesto que, si bien es cierto que en 416, el teólogo e historiador hispano romano Paulo Orosio vio con mucha tristeza los restos de la biblioteca del Serapeo, confirmando que «sus armarios vacíos… fueron saqueados por hombres de nuestro tiempo».

Aunque para otros historiadores más modernos este episodio no constituye más que una leyenda.

FLORIÁN