Escribe Frank Kafka en su diario el 20 de octubre 1917: Hay dos pecados humanos principales de los que se derivan todos los demás: «la impaciencia y la negligencia. Por la impaciencia los arrojaron del Paraíso, por la negligencia no vuelven a él. Aunque en realidad quizá solo haya un pecado principal: la impaciencia. Por la impaciencia los arrojaron y por la impaciencia no vuelven»
Hoy vemos cómo se ha hecho de este vicio (según Aristóteles) el paradigma de la felicidad. Se atiende al berreo infantil del deseo inmediatamente, sin dilación, satisfacción inmediata, consumo ya, no hay tiempo para reflexionar, todo está embridado a la culminación del deseo. Se huye de la placidez de vivir el instante.