Fernando Zóbel, Museo de arte abstracto. Cuenca

Fernando Zóbel de Ayala. Español nacido en Manila  1924- Roma 1984. Importante pintor español del arte abstracto. Durante la injusta guerra civil su familia marcho a Filipinas, y no regreso a España hasta terminada la segunda guerra mundial. Estudio Filosofía y Letras en Harvard,  En 1942, empezó a interesarse por la pintura y cuando  tuvo una lesión en la columna que le dejo inmovilizado, empezó a pintar con gran estilo artístico.

Dedicado por completo al arte, presento sus trabajos en 1951  en Boston y después continuación lo hace en el 1952 en Manila. En el año 1955 viene a España, donde conecta con artistas de la época, mas regreso a Manila, donde la Universidad de Manila, le  nombre doctor honoris causa.  El prestigio como pintor de Fernando Zóbel es inmenso, sus obras cuelgan con orgullo en importantes museos. Participó en más de 150 exposiciones colectivas, y más de 40 individuales.

En los años 60, comienza su evolución como pintor, desarrollando un estilo característico, en el que se percibe la influencia que recibió del la caligrafía oriental. Los cuadros de Zóbel son de apariencia simple y espontánea, más son creados tras un diseño de planificado estudio

Estando en España, visito con su amigo Gustavo Torner,  la ciudad de Cuenca, quedo impresionado de su belleza, por sus rincones y su Naturaleza, allí paso largas temporadas,  En 1963, junto a sus amigo Torner,  y Rueda, deciden instalar un  Museo de Arte Abstracto, las autoridades colaborarón y todo fundió en acuerdos para que fuera instalado en la más emblematica construcción de la ciudad, una de las Casas colgadas, la más conocida y visitada, Allí se exponen las obras de los fundadores se encuentran la de famosos autores como Saura, Sempere, Chirino y Miralles entre otros.

Murió en Roma, en 1984, sus restos mortales fueron sepultados en Cuenca la ciudad de la que estaba enamorado, en un pequeño cementerio de personajes ilustres con hermanos de San Isidro, un lugar que le servia de atalaya para pintar e inspirarse  el río Júcar desde la atalaya de la Hoz.

Su amigo Saura, proclamo que como homenaje a Zobel, debería cambiarse el nombre del Museo, e imponerle el de su principal creador, y que llegó a efecto por su dedicación, entegra, entusiasmo con sus aportaciones de obras y mecenazgo. Cierto que este Museo tiene renombre mundial, que es un orgullo de la ciudad, por el contenido estético que encierra.

Gustavo Torner su gran amigo después de 20 años, explicaba: Para él lo normal era la excelencia como planteamiento, y sabía muy bien lo que era la excelencia. Por eso sus continuos viajes por todo el mundo viendo gentes y recorriendo museos, todos los museos, y sus libros… de todo, leídos y acotados, buscados por todos los lugares.

Cuando apareció entre nosotros, allá hacia los años sesenta, en aquel mundo en que la mediocridad se enseñaba como ideal y se hacía tan bien la enseñanza que nos contagió a todos, incluida la oposición, y que es tan difícil quitárnosla de encima, su aparición, digo, fue para nosotros la aparición de lo que España podría ser. Una España universal, abierta, enraizada sin temores en la historia, trabajadora, sensible, sin envidias ni rencores, cuya única razón vital podría sintetizarse en aquella frase que Motherwell nos dijo una vez en Cuenca: la insistencia en la excelencia.

F. Calvo Seralles, dijo de el: Su vida, fue una vida llena de arte, con indagación constante de los estados de plenitud estética, una preciosa recopilación de experiencias y vivencias de aristrocaticas y sutiles.  En el Museo de Cuenca, demostró su generosidad, que no solo se demostraba con su desprendimiento material, Zobel ayudo siempre a los jóvenes artistas y a quien se le acerco.  Zóbel era un artista de los pies a la cabeza, como pintor y como hombre.

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De instinto en el arte

Cupido frenando al Instinto

(Cupido frenando al Instinto)

Este lienzo de Giovanni Baglione pintado en Roma en 1620 es un encargo de personaje muy principal que expresa de forma indirecta la fascinación por el desnudo femenino, que los poderosos han tenido siempre cerca de sus alcobas, aunque tuvieran que dar una pátina moralizante a la imagen erótica principal.

La cara de contrariedad del carnal Instinto, oscuro y rojizo, brutal, tosco, por la llamada de atención del inocente angelito encuadra nítidamente la figura central del cuadro en diagonal de abajo arriba y de izquierda a derecha, como mandaban los cánones del renacimiento italiano. Influido por Caravaggio, Baglione que supo apartarse de la vida un tanto inquieta de su maestro – fu homo satírico, e altero, escribió de Caravaggio –  al que denunció a la Justicia por sodomía, supo ponerse al servicio de ricos hombres, cardenales y Papas. La escena, casi sin espacio, realza la figura femenina casta sin mirar al espectador, como si fuera una imagen para no perturbar la conciencia de los mirones pecadores.

Lo curioso y al mismo tiempo sorprendente es cómo pudo ir a parar este lienzo a manos del canónigo de la catedral de Valencia, Tomás Naudín, que en  1825 lo donó a la Real Academia de San Carlos de Valencia.

La imagen del poder

En la posada española

El príncipe de Baviera Luis I en una visita a Roma organizó un pequeño almuerzo en una posada. Al príncipe bávaro le acompañan un grupo de artistas alemanes. Para recuerdo,  el pintor Franz Ludwig Catel recibió el encargo de plasmar el encuentro en un lienzo. El resultado es una pintura realista, sin grandezas ni exaltaciones hacia el poder que podemos contemplar en la Neue Pinacoteke de Munich . La escena a ras del suelo muestra la alegría contenida en las botellas de vino español, según vemos en la pared de la posada, que va desparramándose por los comensales. Estamos en 1824 y Luis I, amante del clasicismo y del arte medieval,  impulsó el trabajo de los artistas que» reflejaran  todos los aspectos de la existencia» según sus propias palabras en la ceremonia de inauguración de la Pinacoteca de Munich.

Uno se pregunta en este otoño lluvioso de 2009  ¿cabe imaginarse al príncipe Felipe de España en una cervecería con un grupo de amigos y encargar una pintura así de natural a Antonio López?   Yo no me lo puedo imaginar, independientemente de la idosincrasia de nuestro Borbón, porque hoy la imagen y el que dirán es más aterrador que entonces. Hoy viven las élites del poder, aunque parezca lo contrario, más encadenadas al qué dirán que entonces. Un ejemplo muy sencillo lo tenemos en el revuelo que han levantado muchos hipócritas sobre la foto de las hijas de Zapatero con Obama; y eso que era  una foto oficial.