Los anticonceptivos

 En nuestra cultura son bastante conocidos y utilizados, existiendo organizaciones estatales y particulares dedicadas a la  planificación e información sexual, donde la gran mayoría de las consultas proceden de mujeres jóvenes.

Recodemos que las niñas son fértiles a la edad aproximada de 12 años y los niños sobre los quince, así que tampoco se puede dejar en libertad a menores, ni facilitar ni utilizar  medios anticonceptivos. Teniendo en cuenta que la administración de hormonas a casi niñas, no es una buena elección y menos si las dosis están por encima de lo permitido. En estos casos pueden  deben utilizarse las barreras físicas como método profilácticos (preservativos)  que se consideran una magnifica opción para la libertad sin riesgo de relación de las parejas.

En un encuentro de mujeres ATS, que trabajan en centros de planificación familiar, explicaron su labor con adolescentes y niñas que acudían en mayor cantidad los Lunes en busca de la píldora del día después, algunas jovencitas eran reincidentes, que  cuando se les advertía del peligro de hormonas en el organismo, no escuchaban cambiaban de gabinete, acudían a médico particular o las conseguían a través de algún medio no legal.

La píldora del día después, es una dosis de hormonas, que trabaja de forma diferente, dependiendo del momento del ciclo en el cual se encuentra la mujer y del tiempo que haya transcurrido desde la relación sexual. Una de las funciones es evitar la ovulación con lo que los espermatozoides, no encuentran ovulo que fecundar. Otra forma de actuación es impedir que el ovulo fecundado pueda implantarse en la pared de la matriz.

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LA DESCENDENCIA


Aunque no exista en los jóvenes la idea de tener hijos, una vez constituidos en pareja amorosa bajo cualquier formula, en la mujer se desarrolla el instinto maternal. Solo frenado por la precariedad del trabajo para de los jóvenes que influye en su economía y sujetos al plan de vida sobre el que permanecen con aspiraciones de disfrutar de viajes, fiestas y libertad. Inmersos en la economía de consumo no están adaptados para tener y cuidar hijos, pero al fin la fuerza de la Naturaleza se impone y se buscan la descendencia, a veces de forma voluntaria y otras de conscientes en lucha interna entre la razón, los deseos y la realidad, o de forma inconsciente como ejemplo para las mujeres que toman la píldora seria: olvidarse de tomarla durante una semana en días fértiles.
En todo caso las familias numerosas del principio del Siglo XX, formadas por diez a doce hijos, se redujeron a dos y máximo tres durante esta centuria y el Siglo XX, quedan reducidos a uno o dos.
El instinto maternal es tan fuerte que contagia al varón, cuando la pareja mantiene una estabilidad económica y laboral busca la descendía, si no le es dada en forma natural,  la pareja se ve sumida en solucionar una aspiración que resulta insatisfecha y recurren a la fecundación artificial  gastando cantidades importantes, y si esté sistema también falla recurren a la adopción donde se dispondrán a soportar largas esperas. 
Un criterio adecuado es de no buscar los bebes hasta que la pareja este establecida con firmeza, y si vienen de forma inesperada los abuelos deben ser responsables y atender al recién llegado con ternura y dándole la protección de hogar y familia.  Si son de una relación extemporánea la debe madre reflexionar y en todo caso hablar con sus padres y buscar asistencia psicológica.
No estoy a favor del aborto, pero es la mujer la que debe decidir, lo antes posible y libre de presiones sobre su futuro y el de su hijo.