Mes: febrero 2011
De los arboles frutales en época precolombina
DE LAS FRUTAS DE ÁRBOLES GRANDES
Hay otra fruta muy buena que los españoles llaman pepino, porque se le parece algo en el talle, pero no en el gusto, ni en lo saludable que son para los enfermos de calenturas, ni en la buena digestión que tienen; antes son contrarios a los de España; el nombre que los indios le dan se me ha ido de la memoria, aunque fatigándola yo en este paso muchas veces y muchos días, y reprendiéndola por la mala guarda que ha hecho y hace de muchos vocablos de nuestro lenguaje, me ofreció por disculparse este nombre cacham por pepino; no sé si me engaña, confiada de que por la distancia del lugar y ausencia de los míos, no podré averiguar tan aína el engaño; mis parientes, los indios y mestizos del Cozco, y todo el Perú, serán jueces desta mi ignorancia, y de otras muchas que hallarán en esta mi obra; perdónenmelas, pues soy suyo, y que sólo por servirles tomé un trabajo tan incomportable como esto lo es para mis pocas fuerzas (sin ninguna esperanza de galardón suyo ni ajeno); los pepinos son de tres tamaños, y los más pequeños, que tienen forma de corazón, son los mejores; nacen en matas pequeñas. Otra fruta que llaman chilli llegó al Cozco año de mil quinientos y cincuenta y siete. Es de muy buen gusto y de mucho regalo. Nace en unas plantas bajas, casi tendidas por el suelo; tienen un granujado por cima como el madroño, y es del mismo tamaño, no redonda, sino algún tanto prolongada en forma de corazón.
Otras muchas frutas hay que nacen en sus árboles altos (que las dichas más parecen legumbres); unas se dan en tierras muy calientes, como las marítimas, y en los Antis; otras se crían en tierras más templadas, como son los valles calientes del Perú; mas porque las unas y las otras se alcanzaban todas y se gozan en todas partes, no será necesario hacer división entre ellas, sino que se diga como salieron; y haciendo principio de la que los españoles llaman guayabas, y los indios savintu, decimos que son redondas, del tamaño de manzanas medianas, y, como ellas, con hollejo y sin corteza. Dentro, en la médula, tiene muchas pepitas o granillos redondos, menores que los de la uva. Unas son amarillas por de fuera, y coloradas por de dentro; éstas son de dos suertes, unas tan agrias que no se pueden comer; otras son dulces, de muy buen gusto; otras hay verdes por de fuera, y blancas por de dentro; son mejores que las coloradas con muchas ventajas, y al contrario, en muchas regiones marítimas tienen las coloradas por mejores que las blancas. Los españoles hacen conserva della y de otras frutas después que yo salí del Perú, que antes no se usaba. En Sevilla vi la del savintu, que la trajo del Nombre de Dios un pasajero amigo mío, y por ser fruta de mi tierra me convidó a ella.
Otra fruta llaman los indios pacay, y los españoles guabas; criánse en unas vainas verdes de una cuarta más y menos de largo, y dos dedos de ancho; abierta la vaina, se hallan unas vedijitas blancas, ni más ni menos que algodón, tan parecidas a él, que ha habido españoles bisoños que, no conociendo la fruta, han reñido con los indios que se la daban, entendiendo que por burlar dellos les daban a comer algodón. Son muy dulces, pasadas al sol se guardan largo tiempo; dentro, en las vedijitas o capullos, tienen una pepita negra como habas pequeñas, que no son de comer.
La fruta que los españoles llaman peras, por parecerse a las de España en el color verde y en el talle, llaman los indios palta, porque de una provincia de este nombre se comunicó a las demás. Son dos y tres veces mayores que las peras grandes de España; tiene una vaina tierna y delgada; debajo della tiene la médula, que será de un dedo en grueso; dentro della se cría un cuesco o hueso, como quieren los muy mirados; es de la misma forma de la pera, y tan grueso como una pera de las comunes de acá; no se ha experimentado que sea de provecho para cosa alguna; la fruta es muy sabrosa, muy saludable para los enfermos; comida con azúcar, es comer de una conserva muy regalada.
Hay otra fruta grosera que los indios llaman rucna, y los españoles lucma, porque no quede sin la corrupción que a todos los nombres les dan. Es fruta basta, no nada delicada ni regalada, aunque toca antes en dulce que en agro ni amargo, ni se sabe que sea dañosa para la salud, más de que es manjar bronco y grosero; son del talle y tamaño de las naranjas comunes; tienen dentro en la médula un cuesco muy semejante a la castaña en el color de la cáscara, y en el grueso della, y en el color blanco de la médula, aunque es amarga y no de comer. Tuvieron una suerte de ciruelas, que los indios llaman ussun; son coloradas y dulces; comidas hoy hacen echar otro día la orina tan colorada, que parece que tiene mezcla de sangre.
Fuente Inca Garcilaso de la Vega, Crónicas reales.
DE LOS PRODUCTOS QUE CRIABA LA TIERRA EN ÉPOCA PRECOLOMBINA
DE LOS PRODUCTOS QUE SE CRÍAN DEBAJO DE LA TIERRA
Otras muchas legumbres se crían debajo de la tierra, que los indios siembran y les sirven de mantenimiento, principalmente en las provincias estériles de zara. Tiene el primer lugar la que llaman papa, que les sirve de pan; cómenla cocida y asada, y también la echan en los guisados, pasada al hielo y al sol para que se conserve, como en otra parte dijimos; se llama chunu. Hay otra que llaman oca, es de mucho regalo, es larga y gruesa como el dedo mayor de la mano; cómenla cruda porque es dulce, y cocida y en sus guisados, y la pasan al sol para conservarla, y sin echarla miel ni azúcar parece conserva, porque tiene mucho de dulce; entonces se llama cavi. Otra hay semejante a ésta en el talle, mas no en el gusto, antes contraria, porque toca en amargo, y no se puede comer sino cocida, llamada añus. Dicen los indios que comida es contraria a la potencia generativa para que no les hiciese daño; los que se preciaban de galanes tomaban en la una mano una varilla o un palillo mientras la comían, y comida así decían que perdía su virtud y no dañaba. Yo les oí la razón, y algunas veces vi el hecho, aunque daban a entender que lo hacían más por vía de donaire que no por dar crédito a la burlería de sus mayores.
Las que los españoles llaman batatas, y los indios del Perú apichu, las hay de cuatro o cinco colores, que unas son coloradas, otras blancas, y otras amarillas, y otras moradas, pero en el gusto difieren poco unas de otras; las menos buenas son las que han traído a España. También hay las calabazas o melones, que acá llaman calabazas romanas, y en el Perú capallu; criánse como los melones, coménlas cocidas o guisadas; crudas no se pueden comer. Calabazas de que hacen vasos las hay muchas y muy buenas, llámanlas mati; de las de comer, como las de España, no las había antes de los españoles. Hay otra fruta que nace debajo de la tierra, que los indios llaman inchic y los españoles maní (todos los nombres que los españoles ponen a las frutas y legumbres del Perú son del lenguaje de las islas de Barlovento, que los han introducido ya en su lengua española, por eso damos cuenta dellos; el inchic semeja mucho en la médula y en el gusto a las almendras; si se come crudo, ofende a la cabeza, y si tostado, es sabroso y provechoso con miel; hacen dél muy buen turrón. También sacan del inchic muy lindo aceite para muchas enfermedades. Demás destas frutas nace otra de suyo debajo de tierra, que los indios llaman cuchuchu; hasta ahora no sé que los españoles le hayan dado nombre, y es porque no hay desta fruta en las islas de Barlovento, que son tierras muy calientes, sino en el Collao, que es tierra muy fría; es sabrosa y dulce, cómese cruda, y es provechosa para los estómagos de no buena digestión; son como raíces, mucho más largos que el anís. No echa hojas, sino que la haz de la tierra donde ella nace verdeguea por encima, y en esto conocen los indios que hay cuchuchu debajo; y cuando se pierde aquel verdor ven que está sazonando, y entonces lo sacan. Esta fruta y el inchil más son regalos de la gente curiosa y regalada que no mantenimiento de la gente común y pobre, aunque ellos las cogen y las presentan a los ricos y poderosos.
FUENTE : INCA GARCILASO DELA VEGA, CRONICAS DE UN REINO.
De algunas mieses, plantas y legumbres de que carecía el Perú.
Es de saber que el primero que llevó trigo a mi patria (yo llamo así a todo el imperio que fue de los Incas) fue una señora noble, llamada María de Escobar, casada con un caballero que se decía Diego de Chaves, ambos naturales de Trujillo. A ella conocí en mi pueblo, que muchos años después que fue al Perú se fue a vivir a aquella ciudad; a él no conocí porque falleció en los Reyes.
Esta señora, digna de un gran estado, llevó el trigo al Perú, a la ciudad de Rimac. Por otro tanto adoraron los gentiles a Ceres por diosa, y desta matrona no hicieron cuenta los de mi tierra; qué año fuese no lo sé; mas de que la semilla fue tan poco que la anduvieron conservando y multiplicando tres años, sin hacer pan de trigo, porque no llegó a medio almud lo que llevó, y otros lo hacen de menor cantidad; es verdad que repartían la semilla aquellos primeros tres años a veinte y a treinta granos por vecino; y aún habían de ser los más amigos, para que gozasen todos de la nueva mies.
Por este beneficio que esta valerosa mujer hizo al Perú, y por los servicios de su marido, que fue de los primeros conquistadores, le dieron en la ciudad de los Reyes un buen repartimiento de indios, que pereció con la muerte de ellos. El año de mil quinientos y cuarenta y siete aún no había pan de trigo en el Cozco (aunque ya había trigo), porque me acuerdo que el obispo de aquella ciudad, don fray Juan Solano, dominico, natural de Antequera viniendo huyendo de la batalla de Huarina, se hospedó en casa de mi padre con otros catorce o quince de sus camaradas, y mi madre los regaló con pan de maíz; y los españoles venían tan muertos de hambre, que mientras les aderezaron de cenar tomaban puñados de maíz crudo, que echaban a sus cabalgaduras, y se lo comían como si fueran almendras confitadas; la cebada no se sabe quién la llevó; créese que algún grano della fue entre el trigo, porque por mucho que aparten estas dos semillas, nunca se apartan del todo.
Inca Garcilaso e la Vega, Crónicas Reales.
MARIA MOLINER, INTELIGENTE PEDAGOGA.
María Moliner Nacida en Paniza, (Aragón) en 1900, se crió en Madrid y estudió en la Institución Libre de Enseñanza, cuyos ideales de cultura y progreso social forjaron su personalidad. Su padre abandono a la familia, por lo que ella fue trabajadora y estudiante a la vez desde muy joven. Se licencia con premio extraordinario y oposita al Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios, siendo la sexta mujer en lograr plaza y la destinan al Archivo de Hacienda de Valencia.
Es culta y busca la renovación sociocultural de su patria tanto como Fernando Ramón, catedrático de Física, pianista, hijo del panadero, con quien se ha casado y tiene dos niños. La pareja con unos amigos monta la Escuela Cossío, institucionista, en las Escuelas de Artesanos. María colabora y se implica a fondo, con las Misiones Pedagógicas, destinadas a promover la lectura en el ámbito rural.
Comenzada la desafortunada guerra Civil, la nombran jefa de la Biblioteca Universitaria y con posterioridad de la Oficina de Adquisición de Libros e Intercambio Cultural. Envía libros al Frente de Guerra, publica Proyecto de bases de un plan de organización general de bibliotecas del Estado e Instrucciones para organizar pequeñas bibliotecas públicas, todavía hoy referentes del buen hacer bibliotecario e imbuidos de su filosofía vital: «probad a hablarles de cultura y veréis cómo sus ojos se abren», exhorta a los bibliotecarios rurales. En 1946 dejó Valencia y se llevaba un montón de vocablos para construir un maravilloso diccionario.
La llegada de María Moliner a Valencia coincidió con un auge sin precedentes de la lectura pública en España auspiciado por varios factores, como la reducción del analfabetismo en las zonas urbanas y el calado de las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza en los primeros gobiernos de la II República. Un gran paso para la lectura en nuestro país, lo daría la República con la creación del Patronato de las Misiones Pedagógicas en mayo de 1931, un mes después de proclamarse el nuevo régimen político, en un claro guiño hacia los postulados de renovación educativa y cultural de la Institución Libre de Enseñanza, fundada en 1876 por un grupo de catedráticos defensores de la libertad de cátedra, entre los que destaca su primer director, Francisco Giner de los Ríos.
Inspirada en la filosofía krausista del pensador alemán Karl Krause, la Institución introdujo en nuestro país las últimas teorías pedagógicas europeas, con prácticas tan novedosas a finales del siglo XIX como la coeducación, las colonias escolares de vacaciones, las excursiones, visitas a museos o el fútbol, un deporte colectivo entonces decididamente excéntrico. Fue un acicate indiscutible de la vida cultural española y en su Boletín colaboraron intelectuales del prestigio de Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Charles Darwin, Leon Tolstoi, Rabindranath Tagore o Azorín. De la Institución dependían centros educativos como la madrileña Residencia de Estudiantes, cuna de los principales artistas de la Generación del 27 y foro por el que desfilaron también personalidades como Albert Einstein, invitado a dar una serie de conferencias en 1923.
Las Misiones Pedagógicas se proponían «llevar a las gentes, especialmente las que habitaban en localidades rurales, el aliento del progreso y los medios de participar en él… de modo que los pueblos de España, aun los apartados, participaron de las ventajas y goces reservados hoy a los centros urbanos», según su decreto de creación. El gobierno retomaba las intentonas históricas precedentes comprometiéndose con recursos y legislación en la lectura pública y, así, «hacía suya una idea que durante largo tiempo había elaborado y acariciado como una quimera nuestro apóstol de la educación, señor Cossío», en palabras de María Moliner.
Manuel Bartolomé Cossío había sido primero alumno y luego director de la Institución al morir Giner de los Ríos, y su figura inspiró la Escuela Cossío de Valencia, el centro educativo krausista abierto en 1930 por José Navarro Alcácer y un variado grupo de intelectuales valencianos. De nuevo, las Escuelas de Artesanos acogieron un proyecto cultural pionero, en el mismo edificio que todavía hoy alberga un colegio. Todos estos grandiosos proyectos de enseñanza, eran criticados por la Iglesia al ser colegios mixtos y no tener clases de religión. Cuando el general franquista, alcanzó por las armas el poder, todos estos proyectos quedaron suspendidos.
Maria Moliner: Fue la mujer que escribió el diccionario más divertido y completo del castellano, titulado Diccionario de uso del español. vivió en Valencia casi dos décadas, donde nacieron sus hijos y trabajó con libros y palabras en plena Guerra Civil con el optimismo y tesón que dedicó años después a su famosa publicación.