Ante la crisis, desconfianza ¿sólo?

Quedan pocos días para que este páis acuda a las urnas y elija a los próximos «representantes» del pueblo en el Parlamento y este elija el nuevo gobierno.

Hoy en el diario EL PAÍS entrevistan a la profesora Adela Cortina, y sus respuestas, que no tienen desperdicio, expresan muy bien el estado de ánimo que tenemos muchos con nuestros «representantes» y el daño que hacen a la ciudadanía.

A las consecuencias de la crisis Adela contesta: «Una sensación de desconfianza, de que han fallado en la vida pública valores como la transparencia, la responsabilidad, la sana costumbre de rendir cuentas, los mecanismos de control de la economía y la política, la buena administración de los recursos públicos, la preocupación por los peor situados».

Podéis leer la entrevista aquí EL PAÍS.

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La actuación de la Presidenta Cospedal enfrentada a la Teoría Ética del Filosofo Lévinas


 

 

El concepto Levinossiano de la Justicia surge a partir de su pensamiento desde la ética de subjetividad de un “Vinculo Ético” en que la justicia y la esencia concurren conjuntamente el yo y el otro; cuando este último entra en escena el limite de la responsabilidad entra en relación entre Ética y Política. Se entiende que los otros, los “terceros” son la multitud que encierra el problema de los que deduce el código ético.  Las caras de los terceros reclaman entrar en un orden de relación comparativa de una ética incomparable, los terceros, los otros: reclaman, construyen y exigen de forma obsesiva la justicia.

 La obra judeocristiana del gran filosofo Emmanuel Lévinas, Razón y Estado, da solución a la ética, mediante la normalización política en la población,  un fin entre ética y política mediante el Humanismo, en una preocupación de la justicia  con los valores éticos lógicos.

 El descubrimiento del otro, de su cara, revela su significado de respeto al otro sin reducirlo. Lévinas pedía mirar al otro, atenderlo quererlo y entre esos “otros” se incluye a los más desafortunados y desamparados: al extranjero, a las viudas y lo niños. No es posible la ética sin tener en cuenta al otro.

La Presidenta Cospedal electa del Gobierno Autónomo  de  Castilla la Mancha, se ha enfrentado ideológicamente a la Ética de Lévinas con una decisión que afecta a un grupo de los más desamparados: “ las viudas castellano-manchegas” sin recursos.  A las que: les ha retirado el pago de unas ayudas que se hacían de manera fraccionada, en períodos de seis meses.  Las ayudas retiradas son entre 33 a los 82 Euros mensuales. O lo que es lo mismo entre un euro a 2,70 al día., justo para comprar una pequeña barra de pan, un tetrabrik de leche marca blanca y una pieza de fruta.  Las receptoras son las viudas de pastores, de labradores sin tierras,  abuelas que dependen de los demás  pues su edad no les permite hacer nada que requiera esfuerzo.

Si se hace necesario cortar presupuestos hágase, más respetando los más débiles, quizás si la señora Cospedal visitase en sus domicilios a estas mujeres cambiaria de inmediato de opinión: Se hace necearía la luz para ver la luz. Son ancianas pobres entre las más pobres por lo que retirar esta partida seria falta de humanidad. La ética es lo primero, luego la política y la justicia, los que no ven la cara  de los otros tienen el peligro de entrar en un defecto de totalitarismo o tiranía que todos los políticos pagan.  El merito que se gana ante el partido, con esta forma de hacer es efímero, lo valido y duradero: es hacer el bien a los ciudadanos.

 La justeza de los presupuestos en tiempos de crisis económicas, obliga a reducir, donde hay mucho de donde cortar,  incomprensible  que se castigue a los más necesitados,  partiendo además de la noticia que la primera medida de la Señora Cospedal ha sido  aumentar a algunos de los componentes de la Junta de Castilla la Mancha sus ingresos entre 4.000 a 6.000 euros anuales. ¡¡Sorprendente forma de Gobierno!!…. Que exige una rectificación.

Florián Yubero.

LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZABAL


Fue realizada en los reinados de Carlos III y Carlos IV entre 1766 y 1808. Fue iniciada cuando Carlos IV obtuvo permiso de la Santa Sede para expropiar los bienes de los jesuitas y de obras pías que en conjunta venían a ser una sexta parte de los bienes eclesiásticos, se desamortizaron bienes de la Compañía de Jesús, de hospitales, hospicios, Casas de Misericordia y de Colegios Mayores universitarios e incluía también bienes no explotados de particulares.

El valido Godoy decretó la desamortización que inició el ministro Mendizábal, un proceso histórico, económico y social iniciado en España a finales del siglo XVIII y cerrado ya muy entrado en diciembre de 1924. La enorme deuda  originada por una politica siempre belicista del gobierno y un desproporcionado  y enorme crecimiento de la deuda pública obligaron a iniciar la desamortización. Mendizábal, tras la correspondiente nacionalización y posterior venta en subasta, pasan a formar propiedades nuevas, con plena libertad de uso y disposición. Eran tierras «manos muertas» sin explotación de la Iglesia, órdenes religiosas y nobiliarios, que habían acumulado como beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos. Tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia social de España, aunque sus resultados fueron escasos (ya no gestionados por Mendizábal, que cesó como ministro en mayo de 1836, sino por sus sucesores)

La guerra obligaba al Estado a obtener recursos y se difundió en el país un clima anticlerical. Ello facilito a los gobiernos liberales la desamortización, de cuya acción resulto que de 2000 conventos existentes solo quedaron 300. Mendizábal declaraba en venta todos los bienes pertenecientes al clero regular, y se destinaban los fondos obtenidos a la amortización de la deuda pública.

Bajo la regencia de Espartero, se impuso la desamortización a los bienes del clero secular, igualmente desamortizados. Fue finalmente con la vuelta de los moderados, se había amortizado el 62% de las propiedades de la iglesia. Esta ley durará escasamente tres años y al hundirse el partido progresista la ley fue derogada. En 1844 se suspendieron las subastas, aunque el gobierno del general Narváez garantizó las ventas ya realizadas.

Las fincas fueron tasadas por peritos de Hacienda y subastadas después, alcanzando una puja media del 220% sobre el precio de salida. En la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las compras, puesto que eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar fácilmente las subastas. Comprar era un excelente negocio: sólo se abonaba el 20% al contado. Como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, estas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios, pero pagables en cambio por las oligarquías muy adineradas, que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños.

La desamortización no soluciono el grave problema de la deuda del Estado, pero si contribuyó a atenuarlo. Los terrenos desamortizados fueron únicamente eclesiásticos que habían caído en desuso. A pesar de que expropiaron gran parte de las propiedades de la Iglesia, ésta no recibió ninguna compensación a cambio. Por esto la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.

Las consecuencias de la desamortización fue el desmantelamiento casi completo de la propiedad de la Iglesia y de sus fuentes de riqueza, toda vez que el diezmo que abonaban forzosamente los ciudadanos fue igualmente suprimido en 1837. La desamortización no produjo un aumento de la producción agraria, contra lo que pretendían sus promotores. Los nuevos propietarios, en general, no emprendieron mejoras, sino que se limitaron a seguir cobrando las rentas y las incrementaron, al sustituir el pago de los derechos señoriales y diezmos por nuevos contratos de arrendamiento. Muchos de los nuevos propietarios vivían en las ciudades, completamente ajenos a las actividades agrícolas, la desamortización provocó un reforzamiento de la estructura de la propiedad de las tierras y se acentuó el latifundismo.    

En las ciudades la mayoría de los inmuebles estaba en el centro urbano, la desamortización contribuyó a un urbanismo discriminador. La alta burguesía acaparó los mejores edificios del centro, excluyendo a las clases medias, confinadas en las viejas viviendas, y dejando para los obreros los arrabales de la periferia. Desde el punto de vista del Medio Natural, la Desamortización supuso el paso a manos privadas de millones de hectáreas de montes, que acabaron siendo talados y roturados, causando un inmenso daño al patrimonio natural español que aún hoy es perceptible. 

La segunda gran desamortización iniciada con la Ley Madoz de 1855, formó parte del programa del gobierno progresista del bienio. Establecía la venta en subasta pública de toda clase de propiedades rústicas y urbanas pertenecientes al Estado, a la Iglesia, los propios y baldíos de los Municipios y, en general, todos los bienes que permanecieran amortizados. Se trataba, por tanto, de completar y terminar el proceso de desamortización iniciado por Mendizábal en 1836, las consecuencia de esta Ley de Madoz fueron la eliminación de la propiedad comunal y de lo que quedaba de la eclesiástica, lo que provoco un agravamiento considerable de la situación económica del campesinado, y una ruptura de las relaciones con la Iglesia, ante la flagrante violación del concordato. La desamortización de Madoz estuvo en vigor hasta 1895, año en que fue derogada, aunque desde 1856 apenas hubo subastas, ya que poco quedaba por vender. Sí continuó habiendo importantes partidas de ingresos de la Hacienda durante esos 40 años, al irse abonando los pagos aplazados.

Se declaraban en venta todas las propiedades del Estado, del clero, de las Órdenes Militares, cofradías, obras pías, santuarios y los comunes de los pueblos, de la beneficencia y de la instrucción pública, con las excepciones de las Escuelas Pias y los hospitalarios de San Juan de Dios, dedicados a la enseñanza y atención médica respectivamente puesto que reducían el gasto del Estado en estos ámbitos. Igualmente se permitía la desamortización de los censos pertenecientes a las mismas organizaciones. Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las anteriores, sin embargo la historia se ha ocupado tradicionalmente mucho más de la de Mendizábal. Su importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes repercusiones que tuvo en la sociedad española. 

En 1867 se habían vendido en total 198.523 fincas rústicas y 27.442 urbanas. El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la desamortización de Mendizábal. Este dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del presupuesto del Estado, amortización de Deuda pública y obras publicas, reservándose 30 millones de reales anuales para la reedificación y reparación de las iglesias de España. En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. El Estatuto Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización de los bienes de los pueblos.

El proceso desamortizador contribuyó claramente al cambio hacia una sociedad burguesa. Significó el traspaso de una enorme masa de tierras a nuevos propietarios y la fusión de la antigua aristocracia feudal con la burguesía urbana para crear la nueva elite terrateniente. Muchos cuadros y libros de monasterios fueron vendidos a precios bajos gran parte de los libros fueron a engrosar los fondos de las bibliotecas públicas o universidades. Quedaron abandonados numerosos edificios de interés artístico (iglesias, monasterios) con la consecuente ruina por el paso del tiempo sin mantenimiento, otros se transformaron en edificios públicos y fueron conservados para museos y otras instituciones.

En el aspecto urbanístico, la desamortización de los conventos contribuyó a la modernización de las ciudades. Se pasó de la ciudad conventual, con grandes edificios religiosos, a la ciudad burguesa, con construcciones de más altura, ensanches y nuevos espacios públicos. Los antiguos conventos se transformaron en edificios públicos (museos, hospitales, oficinas, cuarteles), otros se derribaron para ensanches y nuevas calles y plazas, algunos se convirtieron en parroquias o tras subasta pasaron a manos privadas.

Capitalismo monopolista de Estado.

Es una forma del capitalismo que se produce cuando los  dueños del capital unen su fuerza al poder del Estado burgués con el fin de mantener y afianzar el régimen capitalista, logrando proporcionar a un puñado de magnates ganancias máximas, y reducir las reivindicaciones progresistas de ayuda social a los desfavorecidos. Lenin definió el imperialismo no sólo como la época de los gigantescos monopolios capitalistas, sino, además, como la “época de la transformación del capitalismo en capitalismo monopolista de Estado”. Con este sistema la concentración de capitales es inmenso en manos de los principales monopolios cuyo poderío se refuerza a niveles superiores porque la riqueza del capital aumenta.

En el período inicial del desarrollo del capitalismo monopolista de Estado , la burguesía no intervenía directamente en la economía capitalista y la ampliación de sus riquezas se efectuaba esencialmente sin mediación ni participación directa del aparato del Estado. En la época actual los capitalistas utilizan en su propio interés la intervención del Estado en la vida económica del país y colocan a su propio servicio el aparato del poder estatal.  En la crisis económica actual mundial, que afecta a España, el Estado es el recurso más importantes para salvar al régimen capitalista. La penetración de capitalistas en el gobierno, han convertido al Estado en un comité que administra los negocios de la burguesía monopolista, con ello el gran capital utiliza el aparato del Estado como instrumento para multiplicar sus ganancias y reforzar su dominio.

Esta manipulación se produce cuando los representantes o los propias jerarcas capitalistas participan directamente en los gobiernos burgueses, o bien incorporan a altos funcionarios del Estado a los consejos de administración de las uniones monopolistas. La intervención del Estado burgués en la vida económica del país se lleva a cabo tanto convirtiendo en propiedad del Estado determinadas empresas y ramas de producción ó  por medio de nuevas empresas a cuenta del presupuesto estatal,  cuya producción se vende a precios inferiores al coste a intermediarios capitalistas.

Con tales actuaciones la  burguesía y aristocracia “dirige” e incluso “planifica” la economía de los países capitalistas de forma interesada y egoísta. Con lo que se produce anarquía de la producción, crisis económicas, la desocupación en masa y la encarnizada lucha de clases. El Estado se esfuerza sin conseguirlo en aplicar medidas contra la crisis, por regular las relaciones entre el trabajo y el capital, y  acabar sin conseguirlo con los vicios y lacras del capitalismo contemporáneo.

En la presente etapa de la crisis general originada por el capitalismo, los socialistas de derecha, los revisionistas y los conservadores defensores declarados del capitalismo, intentan presentar el capitalismo monopolista de Estado como un nuevo régimen social distinto del capitalismo clásico; manifestaciones  que son intentos de embellecer el capitalismo, mientras las contradicciones irreconciliables desgarran a la sociedad capitalista. La clase trabajadora necesita superar dicho estado de cosas transformando de raíz las condiciones de la vida material y espiritual de la sociedad.

Si las clases políticas, no son capaces de ordenar en justicia la vida social, la sociedad mirara a nuevos movimientos que sean capaces de erradicar vicios y defectos que origina la codicia.

CRITICA A LOS POLITICOS ESPAÑOLES.

Es lamentable el espectáculo de quienes deberían defender el bien de un gran país, lo quieren volver a degradar en un reino de taifas. Utilizan la justicia como arma arrojadiza y la convierten en herramienta partidista y de dominio y opresión. Dividen al país, manipulando intereses como el de las autonomías, el del agua, el de la seguridad nacional a título de ejemplos. Se utiliza eso para sentar a los ‘suyos’ en los sillones de mando.

Así que los políticos necesitan clases de recuperación en ética, estética, democracia y respeto humano. ¿Cuándo aprenderán a practicar el sentido común, la honradez, la humildad y el respeto a quienes les elegimos y les pagamos?

 La economía nunca la hace el Gobierno (el Gobierno no es la solución, en la mayoría de los casos es el problema). La economía y el bienestar lo logra la Empresa. Falta liderazgo y sobra prepotencia; falta estímulo y sobra control paralizante; falta dinamismo y sobra burocracia; faltan ilusiones comunes, metas compartidas, complicidades, y sobran jarros de agua fría, desincentivos, estrategias fiscalizadoras; faltan visionarios y sobran mediocres; faltan ganas de hacer que los demás crezcan y progresen, y sobran complejos y acomplejados, envidias y rencores de vía estrecha. En definitiva: faltan equipos y sobran quien se creen primeras figuras.

Si no se pone remedio a esos males, no seremos capaces ni de divertirnos trabajando, ni de avanzar como personas, ni de crear valor, ni de añadir humanización al mundo, ni -sobre todo- de ser competitivos y permanecer en el mercado.

Reinan demasiado el escepticismo, la desconfianza, la manipulación y, como consecuencia, el ordeno y mando. Sin embargo, el directivo español es muy hábil en esconder su autoritarismo con formas y habilidades sociales casi innatas. Lo vemos todos los días, si somos buenos observadores. La clave está en cambiar la mentalidad y hacer trabajar esas estupendas habilidades de los españoles a favor de una verdadera motivación.

 

Se trata de una problemática específica de España; es necesario reconocer que nuestro país necesita un cambio paradigmático en lo que a productividad y calidad de empleo se refiere. España no puede seguir basando su competitividad en sueldos bajos y empleo precario. El traslado de la fabricación de productos maduros (televisores, aspiradoras, bombillas etc.) a Chequia, Polonia y muchos más, lo demuestra sobradamente. España tiene que apostar por productos y servicios de alto valor añadido, tiene que aumentar radicalmente la productividad, pero de manera sostenible; y crear puestos de trabajo de calidad, con trabajadores motivados y comprometidos. Estamos todavía muy lejos de eso. ¡Hay que empezar a invertir de verdad en el alma de la empresa: las personas. Y hay que empezar por los jóvenes. De momento se les está maltratando, malpagando y malcontratando. ¿Es conveniente cargarse la ilusión de una juventud tan magnífica? – ¿Es bueno para el futuro?

Estamos hablando del trato inteligente de las personas, para conseguir metas más altas. Un líder no puede hacer lo que le pide el cuerpo. Porque es responsable que a su gente le pida su cuerpo hacer lo que debe de hacer, para que la empresa tenga más éxito.

Cuando mucha gente ha perdido las formas. Cuando piensan que la buena educación no es importante, cuando piensan que el éxito les da el derecho para ser prepotente con los demás; eso significa una ventaja competitiva para aquéllos que saben mantener las buenas formas, la buena educación, el buen estilo, el señorío. ¡Además no cuesta nada y ayuda a sentirse mejor con uno mismo! Y coincide con el señorío de los españoles de siempre; cosa que los nuevos ricos de turno no conocen en ningún sitio del mundo.

Ser exquisito en el trato con los demás, no es más que trato inteligente. Gente que se siente bien tratada, tratará bien a los clientes. Entonces los clientes también se sentirán bien tratados y volverán. Eso lo sabrán agradecer los accionistas. Es así de sencillo, para personas inteligentes. Sin embargo:

Ética y estética en el trato parecen ser ‘lujos prescindibles’ para algunos. ¿Qué se está haciendo para que exista una cultura explícita con valores claros y puestos en práctica, en primer lugar por los que dirigen? – En una sociedad que tiene una auténtica ‘empanada mental’ en lo que a VALORES se refiere, es doblemente importante tener una cultura explícita con valores claros en la empresa. – ¿Por qué? Porque para el éxito sostenible de la empresa, eso es todavía más importante que los objetivos. El futuro de la empresa está en el tipo de personas que atrae y retiene. ¡Eso es una ESTRATÉGIA FUNDAMENTAL!

– El trato que reciben hoy los jóvenes en España y en la mayoría de las empresas ¿Cuál es? – malcontratados, malpagados y maltratados. ¿Por qué se hace así de mal? – El que otros también lo hagan, no es excusa para nadie. ¿Es bueno matar la ilusión en los mejores, en quienes representan el futuro, y ascender a los peores? – ¿Cuáles serán las consecuencias de esa ‘selección natural’? – ¿Cómo se puede ser tan miope y poco inteligente? – Gente maltratada y malpagada simplemente no es productiva. Y España ya no puede basar su competitividad en sueldos bajos. La empresa española tiene que apostar por crear más valor. ¡Eso es perfectamente posible! – No hay más que abrir los ojos – Las nuevas generaciones son ‘trabajadores del conocimiento’ (knowledge-workers) y ¡TODOS TIENEN QUE ESTAR INVOLUCRADOS EN LA CREACIÓN DE VALOR! – ¡Todos tienen que ser líderes de sus proyectos! – Pagarles y tratarles como si fuesen de la época de Taylor, no es más que incompetencia directiva. Demuestra un insuficiente desarrollo de los directivos en su capacidad de un trato inteligente con las personas. ¿Es inteligente?

– Sin embargo: ¿Son conscientes algunos directivos en España de lo que están haciendo con los jóvenes? – ¿Que los están convirtiendo en mercenarios con el cuchillo en la boca, luchando (ya en la universidad) contra sus compañeros para eliminarlos y así llegar ‘arriba’? El típico éxito de los ‘arturitos’ y el perfil de muchos directivos que luego se bajan del tranvía a tiempo y no les pillan; como en casos parecidos a Enron, Worldcom o Telefónica. ¿Es esa la cultura que se necesita?

¡La mayoría de las empresas no ha diagnosticado siquiera la gravedad de esos problemas. Ni que existen! (¿lo harán cuando sea demasiado tarde?)

¿Qué hay que recomendar a los Directivos Españoles?

Que aprendan a tratar bien a la gente. Les conviene. Hay demasiados directivos chapados a la antigua (también hay jóvenes entre ellos), que controlan en exceso, por desconfianza e inseguridad propia. Tienen la mentalidad que son ellos los ‘campeones’ que pueden ‘reducir desaciertos’ de las personas y de la organización. Por eso son intervencionistas, no tienen tiempo y siempre quieren aplicar solamente ‘sus medidas’. El colaborador tiene que estar siempre a su disposición. Hoy es a la inversa. Un líder tiene que servir a su colaborador. Es ÉL, el que tiene que estar a disposición del colaborador, para apoyarle cuando lo necesita. Por eso, el que está al día, controla para aumentar aciertos (los aciertos de los demás, no los suyos), porque su condición mental está en el 100% de confianza en su gente. Les deja autonomía y rienda suelta y su forma de controlar es para apoyarles, no para fiscalizarles. Jefes desconfiados tienen la principal culpa del desacierto de sus colaboradores, por su propia mala condición mental de la desconfianza.

No pueden ser líderes porque inducen el fallo ‘ex ovo’ por su mentalidad de vía estrecha y su poca generosidad. Escépticos y desconfiados no valen para líderes. Es como en el Golf, cuando la bola va al agua. El éxito del colaborador depende en gran medida de la condición mental del líder.

Autor: Ronald Stern

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