LA REPRESIÓN SEXUAL y LA IGLESIA.



En 1532, el emperador Carlos V bajo el amparo de la Iglesia clerical, promulga el primer código penal del Santo Imperio Romano-Germánico, en el artículo 116 estipula que todos aquellos que «caen en la lujuria»: humano con animal, hombre con hombre, mujer con mujer, debían ser quemados, mientras en los Países-Bajos los protestantes también condenan la sodomía con la pena capital. Calvino, en Ginebra, los «actos contra-natura» son severamente reprimidos: en 1555 y en 1670, en Roma se censan ejecuciones de hombres y mujeres por este motivo, mediante decapitación, ahorcamiento o ahogamiento.

En Europa las guerras de religión destruyen vidas humanas, y las ciudades quedan destruidas, las cosechas perdidas, hay hambrunas y desesperación. Enrique III, rey de Francia (1551-1589), intenta durante un tiempo conciliar católicos y protestantes mediante una política de tolerancia, pero sin éxito. Esto no le impedirá al mismo llevar, sin restricciones, una vida privada harto escandalosa y de hacer pública su homofilia de manera abierta. Las relaciones sexuales entre jóvenes, aprendices, monjes y criados, eran frecuentes y posibles gracias a una certera promiscuidad, marcada por la dificultad de acceder a las mujeres antes del matrimonio

En la aristocracia europea decadente, las relaciones homosexuales eran toleradas en el marco de una sexualidad en la cual el dominante escogía a su compañero, con exigencia de que este último se pareciera al sexo débil y que fuera dominado tanto social como físicamente. Así: prostitutos, pajes, lacayos y ayudas de cámara eran a menudo objeto del deseo y placer, de los señores miembros del clero que tuviera la bolsa llena y los gastase con generosidad, en un comportamiento ético en desacuerdo a su exigida dignidad.

Las tendencias sexuales, son confinadas al secreto y nunca deben ser mencionadas, a riesgo de exponerse a sanciones. La sociedad cristiana y patriarcal vive en la hipocresía, intenta mantener los valores sobre los cuales descansa, mientras que de forma oculta son participes de aquello que castigan. La caza a los sodomitas prosigue incansablemente su curso: a lo largo del siglo XVI y del XVII, se censan algunas condenas a la hoguera por toda Europa, de Francia a Italia, pasando por Alemania, España, Inglaterra e Irlanda.

El siglo XVIII ve aparecer una nueva figura del homosexual: el libertino elegante y afeminado. Gradualmente, la sodomía es percibida más como un «gusto» que un «vicio», aunque siga siendo objeto de múltiples bromas y burlas, y constituye aún como una amenaza para la célula familiar fomentada por la nueva moral burguesa. Todavía se realizan ejecuciones de sodomitas en la Plaza de Grève, en París, su número irá en descenso a lo largo de los años del siglo XVIII. Las últimas vieron perecer a Jean Diot y Bruno Lenoir, en 1750.

La filosofía del Siglo de las Luces gana terreno en perjuicio de la Iglesia. Voltaire (1694-1778), en su artículo sobre el amor socrático de su diccionario filosófico de 1764, encuentra excusas para la pederastia, pero afirma sin embargo que es «una ley que aniquilaría al género humano si era aplicada al pie de la letra».

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778),  narra por dos veces en sus «Confesiones», su horror ante las proposiciones de un joven. Una actitud que, al lado de su veneración por la familia cristiana, marca la actitud y el orden burgués naciente.
Denis Diderot (1713-1784), confiesa en un texto póstumo que «todo no puede ser contra-natura ni fuera de la Naturaleza».

El «vicio» tiende entonces a desacralizarse en provecho de una nueva moral burguesa social y científica en la que los filósofos del Siglo de las Luces son los principales promotores, estando Rousseau en cabeza. Una nueva ética que, sin embargo, no irá a conceder a los hombres enamorados de otros hombres, una libertad mayor en materia sexual, estando la represión moral muy presente.

Entre los siglos XVI y XVII, Martín Lutero impulso la Reforma Protestante, y acusó al clero católico de estar en la sodomía. La sospecha de homosexualidad es empleada por la Iglesia para desacreditar la imagen de sus oponentes, como ya ocurrió con los Cataros que terminaron  en la hoguera común ante la aceptación del enviado del Papa, ocurrió también con los Templarios, que fueron objetos de semejantes acusaciones. Mientras los protestantes ingleses desacreditaban a los papistas en referencia al celibato de los religiosos y su falta de respeto a tal promesa.

En la Revolución Francesa que pondrá en pie un movimiento pionero en Europa, despenalizando los actos sexuales entre personas del mismo sexo.

Comentarios:

La liberad de elección de los seres humanos, esta en relación con sus tendencias influenciadas por las hormonas, y en esa libertad son dueños de su cuerpo.

Someter a alguien de forma forzada por prepotencia de dominio jerarquico, es un  indigno abuso de quien lo realiza y precisa de un duro castigo. Si aquellos de los que se abusa son menores, o indefensos la crueldad del que lo realiza es despreciable.

Si quien haciendo votos de castidad, no puede dominar sus instintos, y realiza actos contra su promesa, hará bien en renunciar a su estado para vivir dignamente con pareja fuera de su orden o estamento religioso a que pertenece. Porque si está dentro de Iglesia para alcanzar el favor de dios, eligió mal su camino, sepa que también puede alcanzarse desde la vida seglar.

Las relaciones humanas amorosas, entendidas como maritales, desempeñan un papel esencial en la conformación de un orden social. Las relaciones amorosas no están aisladas del ámbito político en su perspectiva sexual. Los sistemas sociales patriarcales incitan a la violencia de género, es por ello que el humanismo busca la equidad para reducir/eliminar la violencia de genero, a nivel íntimo y social.

Todas las anomalías, injusticias y opresiones, radican en haberse alterado las leyes naturales, en perjuicio de muchos para beneficio de pocos. La ley humana, la propiedad y la autoridad crean un medio social artificial e inarmónico, corrompiendo al ser humano desnaturalizando su conducta. La moral burguesa, a través del matrimonio, se enfrenta contra los instintos naturales, legislando, codificando y organizando el amor de forma egoísta, donde el varón sacia el amor, y se separa luego, siguiendo su vida sin que ninguna moral, religión o ley los regule.

Dogmatizar el cómo deben ser las relaciones es también individual, por lo que imponer una fórmula del amor es también un error, lo natural es que las personas tomen la manera de relacionarse como mejor le parezca y dentro las posibilidades, se hace necesario la abolición de toda manifestación de poder, de autoritarismo y de coacción, con respeto, ética y altísima moral. de todas las aberraciones sexuales las que se hacen a la infancia son las mas horribles y repugnantes.  Haga quien la haga y sirve de poco pedir perdón.

Un comentario en “LA REPRESIÓN SEXUAL y LA IGLESIA.

  1. El como deba de ser la conducta humana en relación con la realidad de los instintos naturales llamados sexuales, esto no es invención de ninguna creencia religiosa, pues es propio de la cultura humana de todos los tiempos. Sublimándose cuando la razón arropa al ser humano, y degradándose cuando el ser humano enloquece. Dado que la conducta humana no obedece a bondades ni maldades, obedece a equilibrios o desequilibrios.

    En estos momentos es muy socorrido plantearse malos entendidos con relación a la sexualidad partiendo de las creencias religiosas cristianas o musulmanas, pero estas creencias en ningún caso escapan de las conductas equilibradas o desequilibradas de sus creyentes, al igual que les ocurre a todo tipo de gentes.

    Criticar las psicopatías sexuales como propias de los creyentes no es correcto, pues las conductas de dichos creyentes siempre son las propias de los seres humanos. Somos los seres humanos los que naciendo agraciados por la razón nos comportamos razonablemente. O los que naciendo tarados en nuestra conducta somos irracionalmente sicopáticos.

    Pretender que el hombre viva sin ninguna sujeción moral o ética, eso es locura. Y en donde más se nota la locura de una sociedad es precisamente en su comportamiento sexual. Aquellas sociedades que en su ética todo lo aprueban, son sociedades avocadas al caos, por más que los modernos pensadores digan que no y todo lo justifiquen.

    So. Andrés Castellano Martí. Gracias.

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