POTLATCH,UNA GUERRA CON REGALOS



Potlatch es el nombre de una ceremonia de intercambio de regalos practicada con la intención de humillarse unos a otros los pueblos del Noroeste del continente americano, en la costa del Pacifico, de población kwakiutl. La afluencia inesperada de riqueza convirtió esta ceremonia en una pasión, así en estos encuentros había donantes que hacían regalos extraordinarios, que los receptores despreciaban y destruyan, así:  mantas y tejidos,  pieles de animales, collares y aceites eran destruidos, quemados o arrojados al mar, con la intención de humillar a quienes ofrecía los regalos. Si un jefe de poblado estaba empobrecido y no podía realizar los potlatchs, queda sin prestigio y sus  gentes abandonaban el poblado trasladandose a poblados más ricos.

El poblado que había realizado grandes potlatchs, grababa tales acontecimientos de gloria en los postes totémicos, cuantos más grandes eran las glorias, mayor numero de familias se trasladaba a residir en aquel poblado uniéndose a aquel jefe, esta rivalidad llegó a enfrentamientos de guerra para destruir al contrario y quedarse la tribu vencedora, con más gente y  con más ingresos.  En aquellos encuentros iniciados con un gran festín, y el anfitrión muestra su riqueza e importancia regalando sus posesiones, queriendo dar a entender que tiene tantas que puede permitirse hacer tantos regalos.

La práctica del potlatch fue prohibida por el gobierno canadiense en 1885. Esta prohibición duró hasta 1951. Los poblados kwakiutl, casi desaparecieron por las enfermedades que les transmitían los europeos y ante las que no tenían defensas.  Ello anulo definitivamente estas celebraciones y despilfarros.

El antropólogo Douglas Oliver en 1955, describía un caso similar en las islas Salomón, donde los Semai de Malasia Central, con fanfarronería se invitaba a las tribus vecinas para darles enormes cantidades de alimentos, que incluso después de saciados se llevaban sobrantes en grandes cantidades. Pasado un tiempo los invitados tenían que devolver al anfitrión otro banquete, con desperdicios de grandes cantidades de comidas.

Muchos occidentales vivimos como si estuviéramos viviendo un potlatch continuo, adquiriendo un automóvil más lujos que los vecinos, en una casa con dos piscinas o un barco de 20 meros. Lujos reservados a unos pocos donde la mayoría de las familias no pueden permitirse.

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