EL HOSPITAL Y LA ESCUELA DE MEDICINA EN GUADALUPE (Caceres) .


Hospitales medievales


Guadalupe se convirtió desde fecha muy temprana en un auténtico lugar de referencia para la medicina española del momento, en la transición del Medievo a la Modernidad, lo cual resulta interesante, teniendo en cuenta que la ciencia médica comenzaba a estar en manos de la burguesía laica de los grandes núcleos urbanos universitarios, mientras que en Guadalupe, aun cuando pasase desde 1510 a manos laicas el ejercicio de la medicina, siempre se mantuvo la primacía del monasterio en estos asuntos, contratando a los médicos, en contacto estrecho éstos con los monjes.

En la Península, las primeras cátedras de Cirugía surgen en la Corona de Aragón, por influencia italiana, impartiéndose en Valencia en 1501, en Alcalá en 1543 y ya a mediados del XVI, en Salamanca.

La práctica quirúrgica se aprendía desde mediados del XVI, haciéndose al lado de un cirujano revalidado, y con la obligación de haber estudiado previamente 3 años de Medicina, tras lo cuál eran examinados ante el Tribunal del Protomedicato, instaurado en 1477 por los Reyes Católicos. Pero a pesar de la ampliación de las cátedras de Medicina, se produjo un creciente intrusismo por parte de particulares, favorecidos por una Real Pragmática de 1588, si bien es cierto que en este período sobresalen figuras en el campo de la Cirugía como Andrés Alcázar, Francisco de Arceo, Francisco Díaz o Juan Fragoso.

En lo referente a los tratados de Anatomía, en España, fue la Historia de la composición del cuerpo humano, de Juan Valverde de Amusco. En el terreno de las aplicaciones prácticas, se produjo en el XVI una serie de avances en el tratamiento de las heridas por armas de guerra, en la Urología, la trepanación y las amputaciones, que mejoraron con las técnicas de “cortar por lo sano”. En España destaca Dionisio Daza Chacón (cirujano militar) y el valenciano Juan Calvo, que recomienda la técnica del colgajo, y cuya Cirugía Universal y Particular, impresa en 1580 en Sevilla, fue texto obligado para los cirujanos que se examinaban ante el Promedicato.

En lo relativo al tratamiento por heridas por arma de fuego, en un principio se defendió la toxicidad de las mismas, recomendándose la cauterización para evitar la muerte por envenenamiento. En España, Daza Chacón y Juan Fragoso rechazaron esta idea, si bien otros autores como Agustín de Farfán, defendían la toxicidad de las heridas por arcabuz, donde también aconseja el uso de aceite hirviendo de saúco para su tratamiento. Pero la gran aportación en la cirugía renacentista española se debe a Bartolomé Hidalgo de Agüero, en el tratamiento de las heridas por arma blanca, sustituyendo la “Vía Común”, o tratamiento de las heridas, por la “Vía Particular”, y la cicatrización per primam intentionem, que practicó en el Hospital del Cardenal, en Sevilla.

Otro importante avance se dio en el campo de los traumatismos, con la aplicación de la trepanación craneal, muy difundida en la España del momento, con figuras claves como Andrés Alcázar, (en cuyo Chirurgiae reproduce trépanos que él mismo inventó) y Francisco de Arceo, que distinguió el “trépano abaptista”, usado para no dañar las membranas, usada para iniciar la incisión. La Urología también tuvo avances, en el tratamiento uretral cabe mencionar a Francisco Díaz, siendo el primer tratadista de Europa en la cirugía de las vías urinarias. Por último, también cabe mencionar a Francisco de Arceo en el ámbito de la cirugía plástica, y, en concreto, de la Rinoplastia, y que es descrita en su obra De recta curandorum vulnerum ratione, constituyendo la primera gran aportación en este campo a nivel europeo.

Durante la Baja Edad Media y los comienzos de la Edad Moderna dio comienzo en España una renovación de las formas de piedad, enmarcadas en el naciente movimiento de la Devotio Moderna, y con ella, la creación de nuevas congregaciones u órdenes, como fue la Orden de San Jerónimo, favorecida por los monarcas castellanos. Uno de los aspectos de esta orden lo constituye la labor realizada por sus religiosos del monasterio de Guadalupe en el campo de la medicina y la cirugía, labor en la que destacó hasta tal punto de ser una de las mejores escuelas de la ciencia médica en la península en su tiempo. A través de la Orden jerónima, única exclusivamente española a lo largo de toda su existencia. Esta orden fundada por Fernando Yánez de Figueroa, ex -canónigo de la catedral de Toledo y unos ermitaños procedentes de Italia uniéndoseles los hermanos Alonso Pecha, obispo de Jaén, y Pedro Fernández Pecha, camarero del rey don Pedro.

La decisión de encomendar la iglesia de Guadalupe a los jerónimos formó parte de la reforma eclesiástica emprendida por Juan I. La llegada de la orden a Guadalupe se produce el 22 de Octubre de 1389, estableciéndose la primera comunidad, con 32 monjes llegados de Lupiana. El desarrollo de la puebla de Guadalupe en el primer momento estuvo vinculado a las actividades que consistían en diversos trabajos, por la mañana como eran los bordados, escribanía de códices y otras; la tarde era dedicada a la oración personal y al estudio. Entre los trabajos destaca como obligatoria de la orden, la atención médica a enfermos que vivían en la población y sus alrededores o peregrinos que acudían al famoso santuario. Estas labores asistenciales, absorbían gran parte del gasto social del monasterio, y el resto era para el hospedaje de los peregrinos y la ayuda a las familias más necesitadas.

Durante los primeros años del priorato regular sólo hubo un hospital propiamente dicho: el “Hospital General” o “de San Juan Bautista”, que constaba con 80 camas. Más tarde se fundo El “Hospital de la Pasión” o “de las bubas” se funda en 1498, con el fin de separar del Hospital de San Juan a los enfermos sifilíticos, en manos de una cofradía, aunque la asistencia médica siguió en manos de los médicos del monasterio.

La práctica tanto de la medicina como de la cirugía, prohibida para los religiosos por varios decretos conciliares, fue permitida sin embargo para los monjes de Guadalupe, Un apartado especial por su importancia lo ocupa el tratamiento de la sífilis. El tratamiento consistía, según Francisco de Arceo, en fumigaciones, sudoríferos y unciones mercuriales (que se daban de Abril a Mayo, por dos enfermeros).

Desde muy temprano se tiene constancia de la existencia de una escuela médica en Guadalupe, pues en los años de 1442, y 1451 los Papas autorizaron a los legos no ordenados in sacris al estudio y la práctica de la medicina en los hospitales de Guadalupe, como reconocimiento de una práctica ya común en esos años.

Esta necesidad de formar médicos vino dada por la afluencia de peregrinos llegados desde todos los puntos de la península al santuario. Algunos de los médicos que aquí desempeñaron sus labores lo fueron de renombre como es el caso del prestigioso Fray Martín de Arjona.

Fuente:

MAÑES RETANA, J.: Médicos y cirujanos de la Escuela de Medicina y hospitales de Guadalupe durante la dominación jerónima. Medicina Latina VII (1934), 284-294.

2 comentarios en “EL HOSPITAL Y LA ESCUELA DE MEDICINA EN GUADALUPE (Caceres) .

  1. Felicidades por el blog… el artículo de A. Cohen me ha servido de mucho y me ha aclarado muchas dudas sobre la corriente simbolista de la antropología política.

    Te añado a mis aliados!

Deja un comentario