Cunado las administraciones tienen déficits, deben restringir sus desordenados gastos y mirando las partidas donde pueden restringir no miran sus exagerados ingresos ni sus extrañas inversiones en discutidos eventos como pagos millonarios por unas carreras de automóviles o competición de barcos de vela que unos pocos ven.
Hay partidas abultadas que animan a los gobernantes a recortar. Son los servicios sociales lo que se consideran exagerados y que pertenecen a un grupo sacrificado, donde los menos favorecidos son los más perjudicados. Tal es la reducción de personal sanitario a todos los niveles que está ocurriendo en algunas autonomías, o el cierre de quirófanos por las tardes, ó las ordenes a lo médicos para reducir el gasto farmacéutico.
Ahora en época de crisis varias autonomías tienen ya el proyecto de copago sanitario donde el paciente debe participar en los costes, lo que significa que una visita o consulta médica tendrá un precio para el usuario. Sobre la cual están de acuerdo algunos médicos por ser una posible solución ante las constantes visitas de los enfermos hiperfrecuentadores, con patologías banales o imaginarias.
Más en sensato discernimiento la pretendida e injusta medida, es temeraria, porque un malestar nunca es banal, es un síntoma físico o psíquico, una alteración que avisa de una anomalía y es el doctor quien debe interpretar si tal síntoma corresponde o no, a un padecimiento grave. El paciente que acude a consulta, tiene el derecho de equivocarse en la gravedad de su molestia.
También se reafirma la decisión como injusta, porque culpa a los pacientes de su situación de enfermedad, teniendo en cuenta además que los enfermos crónicos utilizan paliativos permanentes para estar en salud, y precisan visitas y tratamientos o analíticas constantes; todos los enfermos tienen el derecho a ser atendidos de forma gratuita de todas las dolencias y no debe existir procedimientos disuasorios de la visita a la consulta, donde la mayor parte de las consultas son para recibir las recetas de los crónicos.
La situación generalizada de crisis, el despilfarro de algunas autonomías y la mentalización de los medios puede impulsar a que los ciudadanos acepten resignadamente y sin oposición tales desmanes contra los derechos sociales. No debe olvidarse que los ciudadanos han aportado directamente de sus nominas y de las empresas cantidades para mantener tal estado de bienestar y entre las condiciones esenciales son la atención sanitaria para todos y las condiciones establecidas.
Aunque se eluda de tal pago a las personas con menos ingresos, en atención como la antigua obsoleta y caritativa beneficencia. Nadie debe quitar los adelantos en atenciones sociales cuando se despilfarra en dudosas inversiones o gastos superfluos.
Supongamos que tenemos las mala suerte de sufrir un accidente y nos llevan a urgencia, ¿debemos llevar dinero suelto para abonar el importe del copago, o nos pasaran la factura y si no es abonada será causa de embargo?.
Mas seria preciso una organización administrativa para el control de los cobros de copago sanitario, con lo cual parte de lo cobrado seria para mantener una estructura de funcionarios.
Seria mas ético Y mas humano que la preocupación de los responsables de la sanidad caminase por reducir las listas de espera, que van a aumentar con la reducción de médicos, y seria más moral impulsar la investigación para aumentar la vida en salud de los ciudadanos.